Tras varias semanas desde la anterior sesión, y después de una restructuración de los jugadores de la partida por cuestiones logísticas del club (somos bastantes y hay que repartirse), siendo los personajes que continúan Corian, Drebb y Galdar, la aventura se reanudó (leñe, que frase más larga ^_^).
Esto fue lo que acaeció (esta en serio, que ya toca):
La noche había sido horrible. Tras el combate con los secuaces de Vortigern, las heridas y el cansancio habían hecho mella en nuestros héroes. Pero el mayor desánimo era porque el temible mago había huido, llevándose consigo algo importante. Siendo ya tarde, tuvieron que pernoctar en la misma granja donde habían luchado con los no-muertos y el terrible imp, aunque no todo era malo, habían conseguido apresar al semiorco esbirro del mago.
Al despuntar el alba, decidieron interrogar duramente al maltrecho retenido, jugando con su mente distorsionando levemente la realidad, a través del miedo y las amenazas, en un cruel juego con Onix, la comadreja familiar de Corian. El asustado semiorco no soltó más que era un mercenario contratado por el mago, que tenía la misión de salir a toda velocidad tras un grupo para recuperar algo y luego ir a Fairhill. Una vez allí recibiría el resto del dinero.
Nuestros aventureros decidieron poner rumbo a la aldea llevándo atado al retenido a toda velocidad, utilizarían al mercenario para ver si Vortigern intentaba reunirse con él en el poblado.
Después de todo un día viajando a toda velocidad, se apartaron del camino para pernoctar, estaban a una sola jornada de Fairhill. Durante la guardia de Corian, éste mantuvo una conversación con Grenag, que así es como se llamaba el mercenario, en la que lo convenció para que se uniese a ellos. Si era realmente un mercenario, le daría igual trabajar para ellos que para Vortigern.
A la mañana siguiente se pusieron en marcha de nuevo. Habían decidido colgar de una bolsa al cuello de Grenag a Onix, como medida de seguridad, ya que iba a entrar él solo en el pueblo, y no se fiaban. A las pocas horas encontraron el desvío en la ruta comercial que subía a la aldea, situada entre colinas. Mientras avanzaban por dicha senda, de repente, unas flechas surcaron el cielo clavándose a sus pies. Aún no sabían quien estaba atacándoles ni desde donde que una saeta atravesó el muslo de Corian derribándole al instante.
En esos momentos, Drebb consiguió ver que las flechas provenían de lo alto de la colina que se levantaba a la izquierda del camino. ¡No podían permanecer ahí, bajo esa lluvia de flechas o perecerían!. Con el escudo protegiéndoles las cabezas, corrieron a toda velocidad hacia adelante, a resguardarse tras la colina. Aprovechando la confusión, Grenag salió corriendo a toda velocidad hacia el lado contrario del camino llevándose a Onix con él, bajo la inpotente mirada de Corian.
Mientras, el enano y el clérigo habían llegado a la ladera de la colina, y decidieron subir al encuentro de sus atacantes. Mientras subían, desde la altura pudieron ver a su caído camarada y como la lluvia de flechas había cesado. Al llegar a la cima no quedaba nadie, aunque los signos indicaban que, quines fuesen, habían huído hacia el bosque tras la colina. Había que decidir, los asaltantes llevaban varios minutos de ventaja pero su compañero estaba abandonado y malherido, y decidieron volver a ayudar a Corian.
Al llegar abajo, Galdar elevó las plegarias de justicia a su dios San Cuthbert, el cual le imbuyó del poder de la sanación, que sirvió para recuperar a su amigo con una imposición de manos.
Salieron a toda prisa tras Grenag, llevaba a Onix y podía ser partícipe de esta emboscada. El problema es que llevaba bastante tiempo de ventaja. Tras correr unos minutos encontraron la bolsa con Onix asustada dentro a un lado del camino, adentrándose en la arboleda que llegaba a la ruta comercial de donde habían venido. Decidieron adentrarse para buscarlo. Gastaron 2 horas rastreando el bosque, pero lo único que encontraron fue una huella.
Decepcionados, volvieron a emprender el camino a Fairhill, esta vez atravesando las colinas.
Cuando llegaron a mediodía a la zona de cultivo de la aldea fueron interrumpidos por un grupo de soldados, los cuales resultaron ser el capitán de la guardia de la aldea, su lugarteniente y escolta. Tras unas preguntas y un trato no muy amable les indicó que podían hospedarse en la aldea.
Nuestros aventureros entraron en el poblado y se separaron para obtener información, se encontrarían a la caída del sol en la Cocatríz Borracha, posada que les habían recomendado.
Corian se adentró en el mercado central, comprando vituallas y preguntando sobre Vortigern y demás, obteniendo información interesante sobre los rumores locales. Galdar se acercó a la colina de los santuarios, donde visitó el erigido a su dios para luego ir al templo de Freya, santuario de la diosa a la que está consagrada la aldea, ya que es costumbre que nos viajeros lo visiten. Allí conoció a la bella Shandril, elfa sacerdotisa de Freya. Y Drebb comprobó que no podían permitirse unas monturas.
A la caída del sol se reunieron en la Cocatríz Borracha, donde una guapa semielfa les sirvió una deliciosa cena y un abundante odre de cerveza. El sitio era limpio y agradable, y pronto la espumosa bebida alegró sus ánimos. Todo el mundo era muy correcto en esa posada, excepto un borracho que se tambaleaba en una esquina de la barra. A Corian le llamó la atención, y se acercó para hablar. Tras intercambiar unas cuantas palabras con él, y enterarse de su triste historia volvió a su mesa, donde descubrió que su silla estaba ocupada por un mediano. El susodicho mediano se llamaba Smito, y había sido invitado por Drebb y Galdar a la mesa. Éstos le propusieron unirse a su empresa, ya que el mediano gozaba de unas habilidades muy interesantes relacionadas al sigilo y la apertura de cerraduras, y éste aceptó revelando además una información muy interesante. Una persona con la descripción de Vortigern había estado en la aldea la noche anterior preguntando por las ruinas de un castillo que hay al noreste del pueblo.
Mientras decidían que había que ponerse en marcha sin más demora, un repicar de la campana de alarma sonó afuera. Al salir, entre el alboroto de la gente corriendo hacia todos lados pudieron ver como, sobre la colina de los templos, un edificio estaba ardiendo. En ese mismo instante llegó Shandril y Baran. Ésta les explicó que un grupo de orcos había atacado e incendiado el templo y se habían llevado el crisol sagrado de la diosa, objeto de mucho valor para la aldea. Estando la guardia ocupada en fortificar el poblado por un posible ataque, les pedía que recuperasen el crisol.
Tras discutirlo en medio de la tensión del momento, decidieron aceptar, esos orcos podrían tener algo que ver con Vortigern,y además habían huído en dirección noreste, donde estaban las ruinas.
Subieron hacia la colina donde encontraron a Arlen, el magistrado del poblado el cual les agradeció su ayuda a Fairhill en estos momentos y ordeno que les diesen monturas y una pequeña escolta. Había que partir sin más demora...
Esto fue lo que acaeció (esta en serio, que ya toca):
La noche había sido horrible. Tras el combate con los secuaces de Vortigern, las heridas y el cansancio habían hecho mella en nuestros héroes. Pero el mayor desánimo era porque el temible mago había huido, llevándose consigo algo importante. Siendo ya tarde, tuvieron que pernoctar en la misma granja donde habían luchado con los no-muertos y el terrible imp, aunque no todo era malo, habían conseguido apresar al semiorco esbirro del mago.
Al despuntar el alba, decidieron interrogar duramente al maltrecho retenido, jugando con su mente distorsionando levemente la realidad, a través del miedo y las amenazas, en un cruel juego con Onix, la comadreja familiar de Corian. El asustado semiorco no soltó más que era un mercenario contratado por el mago, que tenía la misión de salir a toda velocidad tras un grupo para recuperar algo y luego ir a Fairhill. Una vez allí recibiría el resto del dinero.
Nuestros aventureros decidieron poner rumbo a la aldea llevándo atado al retenido a toda velocidad, utilizarían al mercenario para ver si Vortigern intentaba reunirse con él en el poblado.
Después de todo un día viajando a toda velocidad, se apartaron del camino para pernoctar, estaban a una sola jornada de Fairhill. Durante la guardia de Corian, éste mantuvo una conversación con Grenag, que así es como se llamaba el mercenario, en la que lo convenció para que se uniese a ellos. Si era realmente un mercenario, le daría igual trabajar para ellos que para Vortigern.
A la mañana siguiente se pusieron en marcha de nuevo. Habían decidido colgar de una bolsa al cuello de Grenag a Onix, como medida de seguridad, ya que iba a entrar él solo en el pueblo, y no se fiaban. A las pocas horas encontraron el desvío en la ruta comercial que subía a la aldea, situada entre colinas. Mientras avanzaban por dicha senda, de repente, unas flechas surcaron el cielo clavándose a sus pies. Aún no sabían quien estaba atacándoles ni desde donde que una saeta atravesó el muslo de Corian derribándole al instante.
En esos momentos, Drebb consiguió ver que las flechas provenían de lo alto de la colina que se levantaba a la izquierda del camino. ¡No podían permanecer ahí, bajo esa lluvia de flechas o perecerían!. Con el escudo protegiéndoles las cabezas, corrieron a toda velocidad hacia adelante, a resguardarse tras la colina. Aprovechando la confusión, Grenag salió corriendo a toda velocidad hacia el lado contrario del camino llevándose a Onix con él, bajo la inpotente mirada de Corian.
Mientras, el enano y el clérigo habían llegado a la ladera de la colina, y decidieron subir al encuentro de sus atacantes. Mientras subían, desde la altura pudieron ver a su caído camarada y como la lluvia de flechas había cesado. Al llegar a la cima no quedaba nadie, aunque los signos indicaban que, quines fuesen, habían huído hacia el bosque tras la colina. Había que decidir, los asaltantes llevaban varios minutos de ventaja pero su compañero estaba abandonado y malherido, y decidieron volver a ayudar a Corian.
Al llegar abajo, Galdar elevó las plegarias de justicia a su dios San Cuthbert, el cual le imbuyó del poder de la sanación, que sirvió para recuperar a su amigo con una imposición de manos.
Salieron a toda prisa tras Grenag, llevaba a Onix y podía ser partícipe de esta emboscada. El problema es que llevaba bastante tiempo de ventaja. Tras correr unos minutos encontraron la bolsa con Onix asustada dentro a un lado del camino, adentrándose en la arboleda que llegaba a la ruta comercial de donde habían venido. Decidieron adentrarse para buscarlo. Gastaron 2 horas rastreando el bosque, pero lo único que encontraron fue una huella.
Decepcionados, volvieron a emprender el camino a Fairhill, esta vez atravesando las colinas.
Cuando llegaron a mediodía a la zona de cultivo de la aldea fueron interrumpidos por un grupo de soldados, los cuales resultaron ser el capitán de la guardia de la aldea, su lugarteniente y escolta. Tras unas preguntas y un trato no muy amable les indicó que podían hospedarse en la aldea.
Nuestros aventureros entraron en el poblado y se separaron para obtener información, se encontrarían a la caída del sol en la Cocatríz Borracha, posada que les habían recomendado.
Corian se adentró en el mercado central, comprando vituallas y preguntando sobre Vortigern y demás, obteniendo información interesante sobre los rumores locales. Galdar se acercó a la colina de los santuarios, donde visitó el erigido a su dios para luego ir al templo de Freya, santuario de la diosa a la que está consagrada la aldea, ya que es costumbre que nos viajeros lo visiten. Allí conoció a la bella Shandril, elfa sacerdotisa de Freya. Y Drebb comprobó que no podían permitirse unas monturas.
A la caída del sol se reunieron en la Cocatríz Borracha, donde una guapa semielfa les sirvió una deliciosa cena y un abundante odre de cerveza. El sitio era limpio y agradable, y pronto la espumosa bebida alegró sus ánimos. Todo el mundo era muy correcto en esa posada, excepto un borracho que se tambaleaba en una esquina de la barra. A Corian le llamó la atención, y se acercó para hablar. Tras intercambiar unas cuantas palabras con él, y enterarse de su triste historia volvió a su mesa, donde descubrió que su silla estaba ocupada por un mediano. El susodicho mediano se llamaba Smito, y había sido invitado por Drebb y Galdar a la mesa. Éstos le propusieron unirse a su empresa, ya que el mediano gozaba de unas habilidades muy interesantes relacionadas al sigilo y la apertura de cerraduras, y éste aceptó revelando además una información muy interesante. Una persona con la descripción de Vortigern había estado en la aldea la noche anterior preguntando por las ruinas de un castillo que hay al noreste del pueblo.
Mientras decidían que había que ponerse en marcha sin más demora, un repicar de la campana de alarma sonó afuera. Al salir, entre el alboroto de la gente corriendo hacia todos lados pudieron ver como, sobre la colina de los templos, un edificio estaba ardiendo. En ese mismo instante llegó Shandril y Baran. Ésta les explicó que un grupo de orcos había atacado e incendiado el templo y se habían llevado el crisol sagrado de la diosa, objeto de mucho valor para la aldea. Estando la guardia ocupada en fortificar el poblado por un posible ataque, les pedía que recuperasen el crisol.
Tras discutirlo en medio de la tensión del momento, decidieron aceptar, esos orcos podrían tener algo que ver con Vortigern,y además habían huído en dirección noreste, donde estaban las ruinas.
Subieron hacia la colina donde encontraron a Arlen, el magistrado del poblado el cual les agradeció su ayuda a Fairhill en estos momentos y ordeno que les diesen monturas y una pequeña escolta. Había que partir sin más demora...
¡monturas tuti free! bien bien!
ResponderEliminarUh!, uh!, mola!
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