jueves, 24 de mayo de 2007

Crónica Kult - Sandburn

Voy a contarte una historia.

Siéntate. Ponte cómodo. Necesito toda tu atención. Acércate al fuego. Sienta bien, ¿verdad? Uno no siempre puede disfrutar de un verdadero fuego de chimenea. Son diferentes, tienen una cualidad más… maternal. Sobre todo en una noche como ésta.

La historia que vas a oír comenzó en una noche parecida. Aunque quizás sea demasiado atrevido decir que empezó entonces. Quizá, sólo quizá, nunca empezó. Un sabio dijo una vez que nada empieza nunca.

Ahora está muerto.

Sin embargo, es aquí y ahora donde empezaré a contarte esta historia. En una noche como ésta. Con una lluvia como ésta. En un lugar como éste. Déjame mostrartelo.
Primero, la vista. La visión de un edificio, pero no uno cualquiera. Una cárcel. Un pozo. Un lugar donde los verdaderos hombres de Londres arrojan sus desperdicios, aquello que les molesta, que les incomoda, que les amenaza, que les asusta. Las razones de su vergüenza. Los herederos del sueño de la razón. Las criaturas del otro lado. Deformes. Dementes. Peligrosos. Hermanos. El nombre de esta visión es Sandburn.
Segundo, el oído. El sonido apocalíptico, demoledor, de una explosión. El sonido de la madera al combarse, de la piedra al ceder, al derrumbarse. El sonido de la carne cuarteándose, consumiéndose bajo el íntimo beso del fuego. El sonido desgarrador de docenas de almas atrapadas, chillando de dolor y angustia, mientras toda el ala este de Sandburn se transforma en ruinas oxidadas. El nombre de este sonido es caos.
Tercero, el gusto. El sabor cobrizo de la sorpresa en grito del Doctor Prescott, sacado de sus actividades nocturnas por la explosión. El sabor agrio de la alarma de Víctor Démanest, que se despierta de un sueno de chorreantes secretos rojos, mientras tantea a su alrededor algo que le defienda de la Sombra. El sabor amargo en la boca de Brian Braddock, que conduce su coche en la oscuridad empantanada mientras un invisible lazo de pesar le ata al apartamento vacío que deja a su espalda, un hogar que ya sólo conserva el nombre. El nombre de este sabor es incertidumbre.
Cuarto, el olfato. El olor penetrante, ofensivo, de las celdas expuestas al aire por la catástrofe. El olor del cadáver de autopsia en el que se ha convertido el edificio de Sandburn. El olor a tierra húmeda, a ciénaga, en la nariz de los fugados. El olor de vísceras expuestas al aire de los niños que han muerto aplastados por el derrumbe. El olor de la vida que se escapa entre unos dedos mugrientos y ensangrentados. El nombre de este olor es miedo.
Finalmente, el tacto. El tacto viscoso, híspido y repugnante de lo que se esconde en Sandburn. El tacto de los dedos negros que recorren sus paredes, sus nuevas ruinas. El tacto de los secretos y las apariencias, las verdades a medias y las mentiras relucientes como espejos. El tacto de la seda en las máscaras venecianas de este baile maldito que, como en todos los bailes, deberán caer cuando suene la medianoche. El nombre de este tacto es oscuridad.
Oscuridad. Miedo. Incertidumbre. Caos. Sandburn.
Ya sabes lo que aquí te espera. ¿Oirás, pues, mi historia? ¿Te quedarás a desvelar los secretos de esta prisión de penurias inmortales? ¿Correrás el velo de tinieblas que te separa de la verdad? Aún quedan muchas preguntar por responder, y muchas por formular.

Acompáñame, entonces, en busca de los medicamentos desaparecidos.
Acompáñame, si quieres, a mirar detrás del alzacuello del enigmático sacerdote alemán.
Acompáñame, si te atreves, a mirar a la cara de los locos amotinados.
Acompáñame, si puedes, a descubrir los secretos tras la puerta del despacho del Director.
Acompáñame, si sobrevives, a lo más hondo de las entrañas de Sandburn.

Pero cuidado… hay partes poco iluminadas… será mejor que enciendas una linterna.

3 comentarios:

  1. Mu wena crónica, si señor. Todo lo que rodea esta partida emana calidad (este peloteo al DJ espero sea algo fructífero ^_^).

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  2. Moooola!
    Q ganas tengo de continuarla...

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  3. Ay estos pelotillaaas... que en Kult no hay px!!

    A ver si se puede continuar este lunes. La verdad, yo también tengo ganas de poneros los cojoncillos en el gaznate!

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