martes, 20 de noviembre de 2007

Rito de iniciación: Segunda Luna


Leyendas de los Garou.

En la casa de Bill

Había volado de nuevo hacia las profundidades de los bosques de Canadá, donde había dejado a los Lobeznos del clan del Prado tras una dura batalla con varios esbirros del Wyrm. Cuando llegué, la batalla había terminado y los cachorros se retiraron al interior de la casa de Bill el Gurahl para recuperarse de sus heridas.

Al parecer, estos ataques no eran algo desconocido para el anciano oso, aunque se mostró francamente preocupado por la coincidencia de la llegada de los Garou a su casa y el repentino y precipitado ataque de los humanos corrompidos por el Wyrm. Cabe decir que los pequeños lobeznos habían luchado con valentía, demostrando todos y cada uno de ellos ser auténticos defensores de Gaia, aunque faltó poco para que perdiéramos al joven Theurge, Dave, en un temerario ataque frontal contra sus enemigos.

Una vez en el interior de la casa de Bill, éste parecía mucho más predispuesto a ayudar a los jóvenes Garou tras haber contemplado cómo se desenvolvían en batalla. El viejo Gurahl empezó a narrar una história de la cual yo como espíritu no tenía conocimiento alguno: un relato acerca de un antiguo mal que en tiempos remotos vagaba no muy lejos de allí, en el helado norte. Tan poderoso era este espíritu del Wyrm que no podía ser atado a ningún objeto de este mundo, pero una poderosa Theurge Uktena rezó a los Celestes y estos enviaron una piedra venida de más allá de este mundo. La piedra golpeó la tierra con fuerza y tras una dura batalla y un ritual que duró varios dias, consiguió por fin apresar al malvado espíritu en la piedra. Desde entonces, cuenta la leyenda que ese antiguo mal sigue encerrado en el mismo lugar, aguardando el momento de su regreso.

A pesar de no saber a ciencia cierta si esta historia tenía visos de realidad, los Lobeznos empezaron a atar cabos respecto a lo que habían oído ateriormente, mientras un estremeciemiento en sus almas les advertía de los horrores a los que se iban a enfrentar en el futuro. Decidieron descansar allí esa noche y al día siguiente dirigirse al pueblo más cercano (Kroder's Pass) en el coche de Bill. A pesar de que su rito de iniciciación se había cancelado, los jóvenes Garou demostraron su grandeza de espíritu al decidir marcarse como objetivo investigar la mina del norte donde se suponía que estaban llevando a cabo unas sospechosas excavaciones por parte de la empresa Pentex, y ver cuán de cierto había en la leyenda que Bill les había explicado.

Cuando despertaron al día siguiente, la tormenta había empezado a perder su furia, pero aún nevaba copiosamente, aunque las sorpresas no se habían terminado para nuestros jóvenes guerreros. Cuando fueron a buscar el coche de Bill, ¡lo encontraron completamente destrozado! El viejo Gurahl sufrió un ataque de ira y se adentró corriendo en el bosque, mientras los perplejos lobeznos veían cómo sus posibilidades se iban reduciendo más y más. La joven Philodox "Hermana" descubrió un rastro de huellas que parecían claramente de Garou, con lo que la lista de enemigos potenciales aumentaba progresivamente. Desesperados, la única solución que les quedaba era utilizar el vehículo con el que habían llegado los servidores del Wyrm la noche anterior, a pesar de que de él emanaba una sensación angustiosa que todos los garou podían percibir. Si se me hubiera permitido intervenir podría haberles avisado del peligro que corrían: una Skragg bastante poderosa aguardaba en la Umbra vinculada al vehículo, otorgándole oscuros poderes que mi mente era incapaz de discernir.

Los jóvenes Lobeznos, guiados por el Theurge dedujeron claramente que esa sensación sólo podía emanar de un fetiche del Wyrm, por lo que decidieron acudir a la Umbra para combatir con lo que allí les esperara. Al llegar al mundo espiritual descubrieron que la casa de Bill reposaba justo encima de un poderoso túmulo del Kaos, pero no pudieron maravillarse demasiado en la contemplación de esa poderosa fuerza de creación, pues la malvada Skragg se abalanzaba ya sobre ellos. El combate espiritual que se produjo a continuación desgarró la esencia de mi espíritu. La poderosa perdición utilizó todo su poder para intentar destruir a los valientes Garou: sus horribles trucos provocaron la caída en combate de Sha, inconsciente tras un poderoso ataque espiritual, y una horrible mutación en el cuerpo del joven Galliard Rilley. Mientras Sha y Hermana combatían ferozmente con la Skragg, el joven Theurge decidió solicitar la ayuda de los espíritus del Kaos para, gracias a su esencia, destruir definitivamente al malvado espíritu del Wyrm. Mucha gloria se ganó en aquella batalla, especialmente por parte del valiente guerrero Wendigo Sha quien sufrió una terrible herida de guerra, y por Riley Abbot, cuyo cuerpo fué maldito por los poderes oscuros de la perdición. Incapaces de ayudar al Galliard, decidieron separarse. Riley se quedaría a esperar a Bill y los demás utilizarían el vehículo de que disponían para dirigirse a Kroder's Pass. Decidí acompañar al grupo que viajaría al pueblo.

Las pruebas a las que estaban siendo sometidos los jóvenes Garou parecían no tener fin. Cuando finalmente se pusieron en camino, me adelanté a ellos para reconocer el terreno, y pude vislumbrar con asombro cómo una partida de guerra de los Wendigo del Clan del Lobo Invernal que a todas luces estaban preparando una emboscada para atrapar en un fuego cruzado a los jóvenes Garou. Afortunadamente, el Ahroun Sha tuvo alguna especie de intuición y pudo avisar a tiempo a sus compañeros que frenaron en el acto justo para evitar las primeras balas.

Fallado el primer ataque, los Garou Wendigo decidieron enfrentarse a los lobeznos abiertamente. Mientras Sha y Hermana tomaban posiciones, un joven Fostern Ahroun de los Wendigo se adelantó al grupo y empezó a amenazarles. Al parecer se llamaba Daga de Hielo, y había llegado a la loca conclusión de que si conseguía matar a los enviados del clan del Prado y llevar sus orejas a su tribu, ganaría mucha gloria y honoro por ello. En seguida me di cuenta de que la enfermiza obsesión del joven Ahorun no tenía nada de natural, pero no pude hacer nada para ayudar a los Garou. Afortunadamente, una vez más demostraron ser más que capaces de enfrentarse a cualquier peligro, incluso cuando la bestia de Daga de Hielo despertó haciéndole entrar en estado de Frenesí, entre Sha y Hermana pudieron reducirlo sin llegar a matarlo, ganándose un poco más mi respeto hacia ellos. También influyó el hecho de que los hermanos de manada de Daga de Hielo no parecían tener ninguna prisa en ayudar a su líder a matar a los lobeznos. Se veía a las claras que no estaban en absoluto de acuerdo con la filosofía del Ahroun. Finalmente, de entre las nieves apareció el Galliard Rilley Abbot milagrosamente sanado de su reciente deformidad y, empleando su poderoso fetiche logró calmar a la bestia de Daga de Hielo.

Recuperados de la batalla, los Lobeznos subieron de nuevo al vehículo y se dirigieron a Kroder's Pass. Por suerte, no se encontraron con más incidentes en el camino.

Kroder's Pass

Kroder's Pass era el típico pueblecito norteño de la América Profunda, con antiguas casas de que llevaban más de ochenta años levantadas, una alcaldía cuya única preocupación era gestionar el turismo (principal fuente de ingresos de la ciudad), y cuyos habitantes se conocían todos entre sí (y desconfiaban bastante de los extranjeros). Sólo dos cosas llamaban la atención, en ese pueblecito: una niebla permanente que parecía descender arrastrándose de las cercanas montañas y los tupidos bosques, y una gigantesca y moderna gasolinera emplazada junto a la carretera 102, en las afueras del pueblo. A todas luces se veía claro que un pueblo de ese tamaño no necesitaba un punto de repostaje de tal calibre, y los Garou quedaron muy extrañados al verla. Sin embargo, un exámen más minucioso reveló varios camiones de transporte pesado aparcados en la misma con el fatídico logotipo de PENTEX inscrito en la cabina. Los Lobeznos estaban empezando a comprender algunas cosas. Tal como apuntó Dave, lo más probable era que Pentex tras adquirir la explotación de la mina del norte hubiera emplazado allí esa gasolinera para abastecer a los múltiples camiones que viajaban hacia el norte.

Decididos a averiguar lo que pasaba, los Garou decidieron dirigirse a la taberna del pueblo para intentar localizar a William, el contacto de Bill. No obstante, hubo un momento de confusión cuando Hermana, quizá llevada por sus instintos lobunos, asaltó un corral de gallinas armando un escándalo de miedo y haciendo que los jóvenes y sorprendidos Garou tuvieran que salir corriendo antes de que los cogiera el granjero. Estos Lupus....

Finalmente se dirigieron a la taberna. Aunque no era el sórdido lugar que me esperaba, desde luego tampoco era un Starbuck's. Nada más entrar pude distinguir a un grupo de Wendigo que estaban jugando al billar en el fondo de la sala. Deduje que los jóvenes Lobeznos también los habían reconocido, pero más tarde se demostró que estaba equivocado. Los lugareños no parecían muy hospitalarios, miraban a los recién llegados con muestras de resquemor, indiferencia e incluso ira. Sin embargo, los cachorros decidieron ignorar esta actitud hostil y dirigirse al responsable del establecimiento.

Hubo un hecho poco relevante pero que me sorprendió por lo inesperado. En la barra había un humano a todas luces borracho como una cuba que empezó a imprecar a los jóvenes Garou, acusándolos de trabajar para la Gasolinera. Normalmente, cualquiera habría ignorado a ese pobre deshecho, pero precisamente Rilley Abbott, el Galliard de los Hijos de Gaia que hasta el momento había demostrado una sensatez y calma admirables, pareció francamente molesto e hizo claros esfuerzos por reprimir su ira. Por fortuna, el barman (que no era otro que el mismo William), se dirigió a ellos ahorrándoles una situación que podría haber degenerado en algo peligroso. El hombre en sí era el estereotipo de pueblerino con ínfulas. Maleducado, prepotente... pero no obstante accedió a recibir a los Garou. Les dió indicaciones para poder llegar hasta la mina del norte, ya fuera haciendo auto-stop con alguno de los camiones de Pentex que circulaban continuamente (cosa que los Garou muy sabiamente decidieron no hacer), o bien gracias precisamente al borracho de la barra. Al parecer, el hombre llamado Sylus era el dueño de la antigua gasolinera del pueblo. Con la llegada de la nueva gasolinera fue perdiendo a sus clientes hasta caer en una espiral de alcohol, autocompasión y autodestrucción, convirtiéndole en la ruina humana que era ahora. No obstante, disponía de un vehículo para reparar y anunciaba a todo el que quisiera escucharle que estaba dispuesto a prestárselo a aquel que fuera capaz de arreglarlo.

Los jóvenes Lobeznos decidieron separarse: Dave y Hermana irían a intentar reparar el coche de Sylus, mientras que Rilley y Sha se acercarían para hablar con el alcalde del pueblo e intentar recabar más información acerca de la mina. No obstante, cuando ya tenían ultimados sus planes, dos incidentes les esperaban antes de poder salir de la taberna:

En primer lugar, los Wendigo del bar, que habían reconocido a los Lobeznos, decidieron amenazarles. Por fortuna, estos Wendigo parecían mucho más razonables que la manada de Daga de Hielo, y dejaron marchar a los Garou con la condición de que al día siguiente estuvieran fuera del pueblo. Además, desde que habían entrado en el bar, les había llamado la atención la extraña actitud de una de las camareras, que parecía francamente abatida y a punto de derrumbarse. Cuando interrogaron a William al respecto, les informó de que su hijo estaba muy enfermo, y que necesitaba mucho dinero para poder llevarlo al hospital general de Toronto. Una vez más, los Garou demostraron la pasta de que estaban hechos cuando se ofrecieron a intentar ayudar al hijo de la chica. Ésta no parecía muy convencida, pues al fin y al cabo no los conocía de nada, pero gracias a las palabras de Dave y Rilley (y a la franca desesperación de ver a su hijo consumiéndose día a día), la chica aceptó. Cuando los Garou llegaron al domicilio de la chica y vieron a su hijo postrado en la cama, enseguida se dieron cuenta de lo que ocurría. Por supuesto, yo también pude vislumbrar en la Umbra a la asquerosa Perdición que estaba chupando lentamente la vida del niño. Era una sirviente menor de Comealmas, y parecía totalmente concentrada en su labor. Dave y Hermana saltaron a la Umbra y allí se enfrentaron con el engendro, logrando hacerle huir y salvando así la vida del pequeño.

Una vez concluída esta aventura, Sha y Rilley se dirigieron hacia la alcaldía, mientras que Dave y Hermana fueron a casa de Sylus a preparar el vehículo. Me dirigí con Sha y Rilley, ya que estaba muy interesado en averiguar más cosas de lo que se cocía en el norte. Al parecer, el alcalde estaba más que dispuesto a hablar, parecía un hombre afable y recibió muy bien a los Garou, pero éstos se pusieron en guardia cuando el hombre empezó a alabar los grandes beneficios que la nueva Gasolinera y la explotación minera estaban trayendo al pueblo, una opinión que chocaba de frente con la de el resto de personas que vivían en el pueblo. Aquelo apestaba a corrupción, pero no podían estar seguros. Aparte de la información acerca de cómo Pentex se hizo con los derechos de explotación de la mina, tan sólo sacaron en claro un nombre: Lady Azaera, la relacione públicas de la empresa y con quien trataba directamente el alcalde. Una vez finalizada la entrevista, los dos Garou decidieron que necesitaban la opinión de alguien más que hubiera tenido contacto con la explotación, por lo que pensaron que lo mejor era entrevistarse con el Sheriff del pueblo, pasando a recoger antes a sus compañeros de manada. Cuando llegamos a casa de Sylus, Dave ya tenía el coche a punto, un precioso Chevrolet del 57. Mientras se demoraban e el garaje de Sylus Hermana, bastante aburrida por toda aquella "chachara de monos", decidió salir a tomar un poco el aire. Fue afortunado que hiciera esto, pues pudo ver a un hombre que venía corriendo de la alcaldía y se dirigía hacia el sur, donde estaba situada la comisaría del Sheriff. Cuando corrió a informar de ello a sus hermanos de manada, estos dedujeron de inmediato que el Alcalde había corrido a poner sobre aviso al Sheriff, y decidieron que no sacarían nada de ir a visitarlo. Por lo que, sin más demora, partieron hacia el norte.

En la Mina

Debo decir que hasta ese momento, había disfrutado de las aventuras de los jóvenes Garou, ya que como observador no podía intervenir, me limitaba a seguirlos por la Umbra observando sus acciones. Sin embargo, cuando llegamos a la mina, me di cuenta de inmediato que mi integridad espiritual corría un serio peligro. El paisaje en la Umbra de aquel lugar parecía salido de las pesadillas de un danzante de la espiral negra loco. Era un pozo de infestación del Wyrm, había cientos de perdiciones pululando alrededor del centro de la excavación, del cual surgía una energía maligna en forma de tentáculo gigante. Deduje que no podía quedarme en las inmediaciones de la Umbra en aquellas condiciones, por lo que rápidamente me materialicé en el mundo físico asegurándome de que permanecía oculto a la vista de todos. El paisaje en el reino físico tampoco era muy alentador: más que una mina, aquello parecía un campamento militar. Todo el perímetro estaba guardado con torretas de vigilancia, guardias armados patrullando las inmediaciones y varias figuras que los Lobeznos reconocieron como potenciales enemigos rondaban el lugar. Antes de que pudiera intervenir, decidieron pasar a la Umbra para ver si allí la aproximación era más fácil, pero en cuanto vieron los horrores que el reino espiritual les deparaba, volvieron a toda prisa (chicos listos), al mundo físico.

La situación era desesperada. El honor de los Lobeznos estaba en juego, ya que se habían propuesto como meta investigar la mina para erradicar cualqueir manifestación posible del Wyrm, pero estaba claro que la situación les superaba. Mientras seguían hablando, cayó el anochecer y la tormenta amainó definitivamente. Observé que Hermana se alejaba para reconocer el terreno y decidí acompañarla, ya que en esa zona un Garou en solitario corría un grave riesgo. Estaba dispuesto a despertar la ira de Abuelo Trueno si hacía falta e intervenir si se me necesitaba. Sorprendentemente, en las inmediaciones de los bosques que rodeaban la mina, Hermana se topó con una manada de lobos vagabundos, por lo que muy contenta decidió averiguar qué hacían allí. Los lobos intentaron explicarle en su tosco lenguaje que por culpa de la mina ya no había caza en los alrededores, despertando la compasión de la joven Fianna. Sin embargo, me di cuenta de que cuantas más preguntas les hacía, más reacios eran los lobos a contestar, y también observé que la manada estaba tomando posiciones para rodearla. Me puse en guardia,y Hermana también (se había dado cuenta de lo que ocurría), pero antes de que pudiésemos intervenir, los Lobos pasaron a forma Homínida de una forma que yo jamás había visto. Parecía que se fundían con la tierra para luego reemerger convertidos en hombres. Desde luego, aquello no era una transformación Garou. Hermana salió corriendo para poner sobre aviso a sus compañeros de manada, pero estos extraños seres les siguieron y les rodearon. Armados y completamente dueños de la situación, se dirigieron a los Lobeznos sin que estos supieran todavía quines eran y qué intenciones tenían.

Tras una larga conversación con Rilley, finalmente los extraños hombres se revelaron como lo que eran: ¡Sanguijuelas! Vampiros del clan Gangrel que, por algún motivo, estaban muy interesados en la mina. Huelga decir que la situación era tensa, ya que se trataba de dos razas enfrentadas por un odio de siglos, pero las dos partes pudieron llevar más o menos la conversación (si se le puede llamar así a hablar cuando te están amenazando a punta de pistola), y los vampiros se ofrecieron a forjar una alianza temporal con los Garou para poder infiltrarse en la mina. Aquí se produjo la primera brecha en la manada que había visto hasta el momento, ya que obviamente, Hermana estaba totalmente en contra de unirse a los chupasangres. Esgrimía como argumento la Letanía, y razón no le faltaba. Sha tampoco estaba dispuesto a colaborar con las taimadas criaturas, pero Dave y Rilley, aunque no se fiaran en absoluto de ellos, abogaban por aceptar la alianza, ya que ellos solos no podrían jamás entrar en la mina sin ayuda.

La cosa estaba en punto muerto. Había llegado el momento de tomar una decisión y, como cualquier manada Garou, decidieron que tal decisión sólo la podía tomar el líder de la manada. Como todavía no tenían a ninguno, celebraron un rápido consejo del cual salió como Alpha de la manada el Galliard Rilley Abbott. Por lo tanto, la decisión estaba tomada. A la noche siguiente, el extraño equipo formado por Vampiros y Garou se infiltrarían en la mina de Pentex y con lo que fuera que allí moraba.

3 comentarios:

  1. Buena crónica, aunque se nota más comprimida que las anteriores. Normal si contamos que esta sesión fue de 10 horacas...

    ResponderEliminar
  2. Es que si no lo resumía, esto iba a ser más largo que un día sin pan. Anda, anda. No os quejéis tanto, que en la crónica os pongo a nivel de héroes y todo.

    ResponderEliminar
  3. Iiiih!
    Mola!
    Partida, partida!

    ResponderEliminar