Llegada a Nueva York
Tras seis largas jornadas perdidos en los helados bosques de Canadá, la manada de los Abandonados regresaba al Clan del Prado, en la ciudad de Nueva York. Habían escapado a duras penas de sus perseguidores vampíricos en la ciudad de Toronto, y parecía que por fin los oscuros acontecimientos que habían regido sus vidas tocaban a su fin.
A su llegada a Nueva York, los Lobeznos fueron recibidos por un representante de la tribu de los moradores del Cristal, que muy amablemente, se encargó de proporcionar alimento, refugio y descanso a los agotados Garou. También les informó de que a la noche siguiente se celebraría un consejo en el túmulo de Central Park al cual acudirían representantes de todas las tribus del clan, para tratar el asunto del pozo del Wyrm descubierto por la manada en la mina de Pentex de Canadá.
Pero esto no era todo: en el mismo consejo también se celebraría el juicio donde las acciones de los jóvenes Lobeznos serían juzgadas por los ancianos del lugar. No hace falta decir que esto preocupó a los cuatro Garou (y a mí también), dado que eran conscientes de haber quebrantado las leyes de la letanía en varias ocasiones.
No obstante, una vez más había juzgado indebidamente a estos cuatro guerreros de Gaia. “Habla con Verdad”, haciendo honor a su papel de líder y a su auspicio de Galliard dirigió unas palabras a sus compañeros de manada: les exhortaba a no avergonzarse de sus actos, de acudir al consejo con la frente bien alta, y les recordó que se habían enfrentado a un reto de un nivel que pocos Garou adultos llegan siquiera a vislumbrar, no habiendo retrocedido y saliendo victoriosos.
Las hermosas palabras del Galliard sirvieron de inspiración y reforzaron los nexos de la manada, que con la consciencia tranquila se dispuso a descansar hasta la noche siguiente, momento en que tendría lugar el consejo.
Rituales de apertura en el consejo Garou.
Llegada la hora, nos dirigimos hacia el túmulo de Central Park, donde se llevaría a cabo el consejo Garou. Al llegar a las inmediaciones del parque, me encontré ante una poderosa barrera espiritual y a varios espíritus de Gaia tejiendo ilusiones para evitar que los humanos percibieran los acontecimientos que iban a tener lugar en pleno centro de la ciudad. Me permitieron la entrada sin mayores complicaciones, dado que sabían que era mi misión actuar como observador de la manada.
Mientras tanto, los jóvenes Garou estaban siendo conducidos hasta el corazón de Central Park, fuente de la energía espiritual del túmulo. Me sorprendió comprobar que un gran número de Garous se habían reunido para celebrar el consejo. Pude ver a miembros de las tribus de los Roehuesos, Moradores del Cristal y Fenris, pero también a algunos Fianna y Caminantes silenciosos. Una agradable sorpresa les esperaba a los Garou, puesto que Daga de Hielo, el Ahroun de los Wendigo del Clan del Lobo Invernal salió a su encuentro para saludarles calurosamente y explicarles que estaba allí en representación de su clan y para hablar en favor de los cuatro Lobeznos.
Al parecer, en esta ocasión se seguiría la costumbre de la celebración ritual multitribal, con representantes de cuatro tribus que establecerían los diferentes ritos que se llevarían a cabo y actuarían como jueces durante el consejo. Éstos eran los Garou designados:
Representando a los Roehuesos: Madre Larissa (Las cosas se ponían bien. Si la poderosa influencia de Madre Larissa hablaba a favor de los Lobeznos, tenían el juicio prácticamente ganado. Claro que la anciana Roehuesos tenía una reputación que mantener, y cabía la posibilidad de que decidiera dar ejemplo al resto de los Garou castigando a los Abandonados por sus violaciones de la Letanía. No me preocupé demasiado: los Roehuesos no se destacaban precisamente por su ciega obediencia a las leyes.)
Representando a los Wendigo: Daga de Hielo (Otra buena noticia. A pesar de que tan sólo era un Fostern, Daga de Hielo venía precedido de una reputación de guerrero formidable, y además era un invitado del Clan del Lobo Invernal, con el cual el clan del Prado había estado a punto de entrar en guerra, por lo que los Garou de Nueva York tendrían mucho cuidado en no ofender a un representante de los Canadienses no teniendo en cuenta su testimonio).
Representando a los Contemplaestrellas: Maestro Accolon (Esto sí fue una sorpresa para mí. Normalmente, los introspectivos Contemplestrellas (y Accolon en especial), declinaban participar en este tipo de juicios. ¿Tal vez lo hacía porque se sentía culpable por haber enviado a los Lobeznos a contactar con la madriguera de unos Vampiros? No estaba seguro, y no tenía la menor idea de la posición que adoptaría el misterioso Garou).
Representando a la Camada de Fenris: Moldea al Dolor (Conocía la reputación de este Athro de los Fenris. Se decía de él que incluso las Perdiciones huían de su estela de destrucción, prefiriendo en muchas ocasiones sumergirse en el olvido eterno antes que enfrentarse a las torturas que el poderoso Fenris era capaz de infligir. Las heridas de guerra que surcaban su cuerpo daban testimonio de su feroz determinación en destruir al Wyrm. Sin embargo, también era un obstinado defensor de la Letanía, y sabía que él era el mayor obstáculo con el que tendrían que lidiar los Abandonados en el consejo).
Estos cuatro Garou tenían el derecho a oficiar como celebrantes en los ritos previos al consejo, ritos que reforzaban la unidad de todas las tribus Garou así como su vínculo con Gaia. Así pues y sin más dilación, empezaron las celebraciones.
Visiones del Pasado
Una gran hoguera fue encendida en mitad de Central Park. Los Fianna iniciaron un ritmo tribal con sus instrumentos mientras varios Garou empezaron a danzar alrededor de la hoguera guiados por Daga de Hielo. No reconocía el rito, pero por su ejecución imaginé que tenía que ver con historias del pasado, algún tipo de visión de acontecimientos lejanos en el tiempo.
Los cuatro Lobeznos se unieron a la danza mientras Daga de Hielo arrojaba diferentes tipos de hierbas a la hoguera. Los Garou que estaban ejecutando el rito empezaron a aumentar el ritmo de sus danzas hasta llegar a un éxtasis frenético, mientras los vapores de las hierbas hacían su efecto. Mientras tanto, un poderoso Theurge de los Roehuesos utilizaba sus dones para vincular la mente de los danzantes a las del resto de presentes para que así pudiéramos compartir las visiones que ellos tenían.
El resto de Garou se fueron retirando de la hoguera dejando únicamente a los cuatro Lobeznos de la manada de los Abandonados. En el momento de mayor frenesí de la danza, éstos cayeron en un sopor inducido mientras sus mentes eran transportadas a través de ríos de tiempo hasta una era primigenia, cuando el hombre todavía no había hollado aquellas tierras. Todos los Garou presentes así como los espíritus pudimos observar cómo las representaciones astrales de los cuatro Garou despertaban en una inmensa y verde llanura, donde los brotes de hierba eran azotados por un viento que todavía no había sido corrompido por las fábricas de los humanos.
De pronto, ante el estupor de los cuatro Lobeznos, un gigantesco puente lunar de más de ochenta metros de diámetro se abrió en mitad de la pradera, mientras de los bosques cercanos surgía un ingente ejército de Garous fuertemente armados con Klaives y hachas de guerra ancestrales, cruzando a toda carrera la llanura. El motivo de tal despliegue de fuerza pronto se hizo evidente: del puente lunar surgió un horror que tan sólo podía haber sido engendrado en las entrañas de Malfeas. Una de las bestias míticas del Wyrm se plantó en mitad de la llanura para hacer frente a los defensores de Gaia.
Estalló entonces una feroz y violenta batalla. La bestia derribaba a los Garou en grupos de a diez, mientras que éstos hundían con furia sus armas y sus garras en el pestilente cuerpo del engendro del Wyrm.
La susurrante mente del Theurge nos explicó que lo que estábamos viendo era la batalla que había tenido lugar hacía siglos entre varias manadas de Uktena, Wendigo y Croatanos contra Aarg-Gramdiel, uno de los poderosos señores de Malfeas, en las tierras que luego se convirtieron en la ciudad de Nueva York. No obstante, Daga de Hielo había sido muy astuto al invocar aquella visión, pues conocía lo suficiente a los Abandonados como para saber la forma en que reaccionarían. Efectivamente, con un salvaje grito de guerra, los cuatro “novatos” se lanzaron a la carga contra aquella poderosa entidad, sin preocuparse de otra cosa que de borrar su existencia de la faz de Gaia.
Todos los Garou presentes en Central Park quedaron sorprendidos ante la osadía de los Lobeznos, con lo que ya había contado Daga de Hielo.
La batalla fue desigual. Deliberadamente, el Theurge había alterado los recuerdos para que tan sólo las heridas causadas por los cuatro jóvenes Garou hicieran mella en la bestia, ignorando los tremendos ataques de los centenares de guerreros que atacaban al ente del Wyrm. “Habla con Verdad” atacó de forma muy astuta a las partes más débiles de la bestia, reduciendo su capacidad de movimiento con sus poderosas zarpas. “Sacrificio de Honor”, haciendo uso de su daga fetiche, propinó una tremenda herida que rasgó el estómago de la bestia esparciendo sus nauseabundas entrañas. Incluso “Espíritu Inquieto” logró hacer mella en la dura coraza de la aberración con sus garras y dientes.
No obstante, fue “Justicia Salvaje” la que demostró lo que un Garou motivado puede llegar a hacer. Ignorando cualquier sentimiento de temor, propinó un poderoso salto de más de dieciocho metros dejándose caer como un meteorito expulsado por el cielo sobre la cabeza de la bestia. Con el primer impacto sus garras destrozaron los globulosos ojos de Gramdiel. Y negándose a abandonar hasta haber acabado con ella, se aferró a la maloliente testa, resistiéndose a los poderosos bandazos que propinaba la bestia presa del dolor, desgarrando y mordiendo hasta que cegó por completo al poderoso señor de Malfeas.
Poco le quedaba ya por resistir a Gramdiel. Los ataques combinados de los cuatro Garou lograron por fin abatirla. Una gloriosa gesta que arrancó rugidos y aullidos de triunfo de todos los Garou presentes, mientras los cuatro Lobeznos volvían a la realidad, confusos pero sonrientes ante la victoria conseguida. Pocas veces me había sentido yo más orgulloso de ellos.
Ansias de batalla
La primera parte del rito había concluido, y era el turno de Moldea al Dolor de actuar como auspiciante. No me llevé a engaño. Conociendo a los Fenris, tan sólo había un acto que estos belicosos Garou celebraran en sus consejos: un Combate a muerte. Efectivamente, no me equivocaba. El Fenris anunció con sus atronadora voz que uno de los miembros de la manada de los Abandonados se enfrentaría en duelo a su propio hijo, un joven Ahroun que parecía muy poderoso y acostumbrado a desenvolverse en situaciones de combate.
Sin pensarlo dos veces, “Sacrificio de Honor” dio un paso al frente. Como Ahroun de la manada, a él le correspondía enfrentarse a esta parte del rito. Sin embargo, una pequeña sorpresa les aguardaba a los jóvenes Lobeznos: ante los gritos y rugidos exaltados de los Fenris presentes que clamaban aullando “¡El pozo!, ¡El pozo!”, los Garou fueron conducidos a otra parte de Central Park donde se llevaban a cabo los preparativos para el combate.
La lucha se llevaría a cabo sobre un estrecho tablón suspendido a varios metros del suelo sobre un pozo de llamas, con lo que cualquier error por parte de cualquiera de los dos combatientes podía tener consecuencias fatales. Sorprendentemente, Moldea al Dolor anunció que el combate sería a primera herida, no a muerte (más tarde supe que los mentores de “Habla con Verdad” y “Espíritu Inquieto” habían hecho prevalecer su influencia para conseguir esta modificación en las costumbres Fenris).
Los dos combatientes subieron al andamio entre los aullidos y aclamaciones del resto de Garous. La fiebre por la batalla se había adueñado de todos los presentes, pero sin embargo el hijo de Moldea al Dolor se mostraba calmado y arrogante, demostrando sus habilidades con las armas con una daga de plata.
Sucedió entonces algo completamente inesperado: “Sacrificio de Honor”, con una mirada de desdén ante la arrogancia del Fenris y decidiendo que no se rebajaría a mancharse las manos con ese despreciable Europeo, propinó una poderosa patada al tablón de madera, desequilibrando por completo a su enemigo y haciendo que éste se precipitara entre aullidos al foso de fuego.
Un silencio sepulcral se cernió sobre todos los presentes, mientras un grupo de Garou apagaba las llamas del desquiciado Fenris y “Sacrificio de Honor” descendía con toda calma de la improvisada arena de combate. Pocos segundos duró el estupor sin embargo, y todos los Garou a excepción de los Fenris prorrumpieron en rugidos de júbilo y aullidos en honor al joven Wendigo. Toda una lección de humildad que los Fenris de Nueva York no olvidarían fácilmente. Moldea al Dolor estallaba de rabia al ver cómo el honor de su hijo quedaba totalmente mancillado.
La celebración tenía que continuar. En último lugar, se celebraría el rito auspiciado por el maestro Accolon, y todos los presentes sabíamos que éste consistiría en alguna clase de enigma destinado a ascender en el camino de la iluminación interior, objetivo final de todos los Contemplaestrellas.
Conocimiento del Yo interior
Los cuatro Lobeznos se sentaron rodeados del resto de Garous del Clan, mientras el Maestro Accolon iniciaba una compleja trama de movimientos, de variaciones demasiado sutiles y enrevesadas como para poder llegar a entenderlas sin largos años de estudio. El Theurge de los Roehuesos volvió a enlazar nuestras mentes con las de los Abandonados para poder compartir sus visiones, pero en esta ocasión, no se trataba de un simple viaje astral de la mente, sino que empleando grandes cantidades de Gnosis, Accolon envió los cuerpos físicos de los Lobeznos hasta uno de los Reinos de la Umbra profunda. En ese momento comprendí lo poderoso que era el anciano contemplaestrellas. Jamás había visto a ningún Garou con tal poder.
El Reino en el que despertaron los Lobeznos me era totalmente desconocido, pero había sido reformado para representar con total fidelidad un tupido bosque del reino físico. Rápidamente, “Espíritu Inquieto” utilizó su sensible percepción para informar a sus hermanos de manada que no se hallaban en el reino físico, sino en la Umbra, y que al no notar la celosía a su alrededor, debía tratarse de la Umbra próxima o incluso la Umbra profunda.
Poco ayudaba esto a los jóvenes Garou, pues no tenían recursos para llevar a cabo un viaje a través de los reinos. Confiando en que serían guiados por sus ancianos cuando llegara el momento, se dispusieron a explorar su entorno. Al cabo de poco rato, los Lobeznos se sorprendieron al escuchar en la lejanía lo que parecían ser detonaciones de armas de fuego y salvajes rugidos que “Habla con Verdad” identificó como de Garou. Con la sorpresa pintada e su rostro, comunicó a sus hermanos de manada que aquellos rugidos eran exactamente iguales a los que proferían ellos mismos en forma Crinos.
Avanzando con sigilo, llegaron hasta el lugar de la reyerta. Lo que vieron entonces no tenía ningún sentido para ellos. En una extensión despejada del bosque se alzaba una granja humana donde una familia de humanos (con dos niños), se defendía tras una barricada contra lo que parecía ser la manada de los Abandonados en forma Crinos y en un estado mental muy cercano al frenesí. “Habla con Verdad” sufrió un fuerte shock al ver que su “doble” sostenía entre sus zarpas el cadáver degollado de un muchacho de no más de veinte primaveras, y la primitiva mente de “Justicia Salvaje” no lograba asimilar lo que estaba viendo, llegando incluso a plantearse si no debería atacar a los humanos para apoyar a la manada que estaba frente a ella, pues en su cerebro no veía diferencia alguna entre ellos y los que tenía a su lado.
Utilizando su sensible empatía, “Habla con Verdad” analizó la situación. Se dio cuenta que pese a que la mujer y los niños humanos estaban aterrorizados y al borde del colapso, el padre de familia mostraba una férrea determinación, una fuerza de voluntad inamovible en su objetivo por destruir a los Garou que les estaban atacando. Antes de actuar a favor de una de las dos facciones, ordenó a “Justicia Salvaje” y a “Sacrificio de Honor” que dieran un rodeo para observar la situación.
Así lo hicieron, aunque lo que descubrieron provocó una oleada de rabia en la joven Lupus. Rodeando la barricada por los bosques, vieron que los humanos tenían a sus pies los cadáveres de tres cachorros de lobo de pocas semanas de edad y dos más atados para evitar que escaparan. Siguiendo sus instintos, “Justicia Salvaje” se lanzó a rescatar a los jóvenes cachorros, mientras que “Sacrificio de Honor” se lanzó contra su doble para intentar inmovilizarlo. Desafortunadamente, de nuevo la mala suerte se cebó en el Ahroun Wendigo, tropezándose en su carga y derrumbándose en pleno campo abierto.
Al ver esto, “Habla con Verdad” saltó frente a su doble para intentar sacarle de su estado frenético, mientras que “Espíritu Inquieto” conseguía derribar a su propio doble.
Las sombras de los cuatro Garou no parecían en absoluto interesadas en sus atacantes, enfocando su atención en atacar a los humanos. “Justicia Salvaje” consiguió rescatar a los cachorros y huyó en pos de su manada. Cuando el resto de sus hermanos se recuperaba para actuar, Accolon realizó unos pasos y los cuatro Garou fueron transportados a otro reino.
Intentando entender qué era lo que el ContemplaEstrellas pretendía enseñar con aquel extraño viaje, me centré en el nuevo destino de los Abandonados. Aparecieron en un claro junto con los dos cachorros de Lobo rescatados. Mientras la joven Lupus cuidaba de ellos, el resto de la manada discutía el significado de la experiencia vivida, puesto que sabían que se estaban enfrentando a un enigma preparado por Accolon. No tuvieron mucho tiempo para reflexionar, no obstante, pues los aguzados sentidos de “Sacrificio de Honor” le previnieron del ataque que se les venía encima. Una loba adulta surgió de la espesura con velocidad cegadora abalanzándose sobre los dos cachorros con ansia asesina. Reaccionando rápidamente, “Justicia Salvaje” protegió a las débiles víctimas con su propio cuerpo mientras que el resto de la manada se abalanzaba sobre la loba.
Al parecer, Accolon había tenido suficiente con esto, pues a su señal los Garou fueron trasladados a un nuevo reino. Definitivamente, el sentido de todo aquello escapaba a mi mente.
Ahora se encontraban en un lugar idílico, un estanque rodeado de altas montañas y una espesura alegre, no asfixiante, fue el siguiente destino de los Garou. Al materializarse aquí, lo primero que constataron fue que los cachorros de lobo ya no estaban con ellos, y que el cuerpo de una mujer humana se hallaba tumbado en mitad del claro. Rápidamente, se acercaron a ella para comprobar que seguía con vida y, efectivamente, estaba viva pero inconsciente.
De pronto, el vientre de la mujer comenzó a hincharse mientras se agitaba presa de espasmos de dolor que los conocimientos de medicina de “Habla Con Verdad” identificaron como dolores de parto. Actuando rápidamente, llevaron a la mujer hasta el estanque para ayudarla en el parto de la forma más natural posible. Tras dar a luz a un niño aparentemente sano, la pobre mujer expiró sin que los jóvenes Garou pudieran hacer nada para evitarlo.
Sin embargo, otras maravillas estaban aconteciendo. El bebé crecía a ojos vista en pocos segundos, pasando de la infancia a la juventud y de allí a la madurez. Al finalizar este proceso de evolución acelerada, a los pies de los cuatro Lobeznos se encontraba el cuerpo inconsciente del padre de familia con el cual se habían enfrentado hacía pocos momentos en la granja. No reaccionaba a ningún estímulo, y parecía sumido en un estado de inconsciencia antinatural.
Los abandonados entendieron inmediatamente lo que se esperaba de ellos. Se enfrentaban a una decisión moral: si permitían vivir al hombre, se producirían las muertes de los tres cachorros de Lobo y la enajenación de su madre. Pero si acababan con su vida, los hijos del granjero jamás llegarían a nacer. Era aquella una decisión que no podía decidir el líder por sí solo, por lo que “Habla con Verdad” exigió una votación a los miembros de su manada. “Justicia Salvaje” lo tuvo claro desde un principio: no permitiría la muerte de los lobos. Sin embargo, “Sacrificio de Honor” decidió que no podía impedir el nacimiento de los niños humanos. Tras una fuerte indecisión, “Espíritu Inquieto” también abogó por la muerte del hombre, por lo que finalmente el voto decisivo recaía en “Habla con Verdad”.
Decidiendo que no es lo mismo una vida no nacida que una vida arrancada, “Habla Con Verdad” tomó su decisión y segó la vida del humano. Inmediatamente, Accolon dio una fuerte palmada y los cuatro Garou fueron devueltos al reino físico, reapareciendo en Central Park.
Ninguno de los presentes pronunció una sola sílaba. Un silencio reflexivo se había adueñado de la zona, mientras los guerreros de Gaia intentaban discernir el objetivo de Accolon tras aquel extraño viaje espiritual. Finalmente, el anciano ContemplaEstrellas desveló el sentido del enigma.
Los Garou Homínidos y Lupus no nacen amparados en la sociedad Garou, sino que lo hacen en las sociedades humana y lobuna respectivamente. Por ello, y debido a los años que han pasado en compañía de los que ellos creían que eran sus hermanos de especie, tienen completamente atrofiado el sentido de la bestia que todo Garou atesora en su interior.
El objetivo de la visión era hacer entender a los Lobeznos (y a todos los Garou presentes), que los hijos de Selene no son humanos y no son Lobos, sino que son una especie completamente distinta, no pueden basar su moral ni su conocimiento del yo interior en nociones aprendidas en sus años de infancia porque de ese modo jamás llegarán a ser entes completos. Las decisiones a las que se habían visto sometidos estaban destinadas a comprobar si los Garou se decantaban hacia su lado Humano (o Lobuno en le caso de la Lupus), o si aceptaban su parte de la bestia.
Al defender a los humanos frente a sus dobles, habían rechazado a la bestia interior, pues de haber actuado instintivamente habrían atacado de inmediato. Rescatando a los Lobos “Justicia Salvaje” también daba preponderancia a su parte Lobuna. Si hubiera escuchado a la bestia, habría acabado con la vida de los cachorros ya que éstos representaban un obstáculo en su camino hacia los humanos. En cambio, en el segundo reino habían reaccionado instintivamente ante una amenaza inminente, por lo que en ese momento sí se habían dejado llevar por la bestia interior. Finalmente, la última prueba había permitido a los Garou el tiempo suficiente para reflexionar y tomar la decisión de acabar con la vida del humano para salvar al menos tres vidas lobunas; esta decisión había surgido del instinto de la bestia pero moldeado por su intelecto humano. Por lo tanto, Accolon declaró que en su opinión la manada de los abandonados poseía un óptimo equilibrio entre su parte “racional” y su parte “instintiva”, y que había quedado satisfecho con la prueba. No obstante, señaló, esa era una lección que ningún hijo de Selene debería olvidar jamás.
Celebración del consejo
Habiendo cumplido con su cometido, Accolon se retiró, dejando a todos los Garou allí presentes sumidos en hondas reflexiones, intentando asimilar cada uno de los matices de las palabras del sabio ContemplaEstrellas.
Sin embargo, poco tiempo había para disertaciones, pues había llegado el momento de dar por concluidos los rituales previos al consejo y pasar a celebrar el consejo en sí. Reuniendo a todos los Garou, madre Larissa anunció con orgullo y alegría que una partida de guerra formada por miembros del clan del Lobo Invernal y miembros del Clan del Prado había llevado a cabo un ataque por sorpresa contra el pozo del Wyrm descubierto en la Mina de Pentex de Canadá, consiguiendo abatir a todos los esbirros del Wyrm y sellando gracias a un ritual Uktena a la temible garra del Wyrm que allí moraba para siempre.
Un estruendo sacudió los cimientos de Central Park cuando decenas de Garou rugieron el triunfo de sus hermanos al estrellado cielo de la noche. Muchos aullidos de proclama se alzaron de las gargantas de los hijos de Selene en honor a los Garou caídos esa noche por la protección de Gaia, y una profunda alegría barrió los corazones de todos los presentes.
Respiré aliviado. Finalmente, y gracias a la intervención de Los Abandonados se había evitado una catástrofe de proporciones épicas. Estaba seguro de que los Uktena empeñarían sus vidas en la protección de la prisión que habrían construido para el Narlthus hasta el fin de los tiempos, por lo que Gaia había sido ligeramente aligerada de su pesada carga una vez más.
Pidiendo silencio, Madre Larissa prosiguió con el consejo. Había llegado el turno de juzgar las acciones de los cuatro jóvenes Garou durante su periplo por Canadá, proceso en el cual hablarían por turno los tres representantes de las tribus oficiantes que quedaban, dado que Accolon había rechazado su derecho a voto.
El primero en adelantarse fue Daga de Hielo. Del iracundo guerrero que quería matar a los Abandonados hacía tan sólo seis días poco quedaba ya. La traumática experiencia que había vivido durante su cacería en los helados bosques de Canadá había suavizado el orgullo del Wendigo cambiando por completo su perspectiva de las cosas. Por tanto, cuando la palabra le fue concedida, tan sólo tuvo palabras de elogio para los cuatro Lobeznos. Habló de sus gloriosos méritos y de su sabiduría al conseguir hacer entenderle a él mismo el mal camino que había escogido.
Las palabras de Daga de Hielo estaban llenas de significado, pero al fin y al cabo él era un extraño en el Clan del Prado, y personalmente dudaba que sus hermosas palabras tuvieran mucho efecto en los Garou más tradicionalistas.
A continuación se adelantó Moldea al Dolor. Tal como temía, todas y cada una de las acciones que habían llevado a la rotura de la letanía por parte de los Abandonados fueron expuestas entre terribles acusaciones y peticiones de pena de muerte. Los Fenris jaleaban a su líder y asentían con la cabeza. Observé que algunos otros Garou de otras tribus también parecían estar de acuerdo, pero se cuidarían mucho de exhibir abiertamente su aprobación a la sentencia de un Fenris.
Finalmente, Madre Larissa se puso en pie. Pude ver cómo los ojos de los cuatro Lobeznos seguían a la enjuta figura con desesperada esperanza. Tras unos segundos, la anciana Roehuesos habló, y sus palabras fueron de perdón y comprensión. Admitió los crímenes de los Abandonados a la Letanía, pero aquello eran nimiedades en comparación a la gran aportación que aquellos cuatro jóvenes guerreros habían hecho para la preservación de madre Gaia. Por lo tanto, y con una mirada de desafío que ningún Garou presente pudo siquiera sostener, Madre Larissa anunció que los Abandonados quedaban excluidos de toda culpa y además su gesta sería inscrita en los registros de plata de los Fianna.
Despedida
Poco quedaba ya por decir. Aceptados por fin como grandes guerreros Garou, los Abandonados se sumaron a las celebraciones que se llevaron a cabo una vez concluido el ritual. Mucho tenían que celebrar los Garou aquella noche, y muchos hermanos por los que llorar.
En cuanto a mí, mi misión había concluido. Tan sólo me quedaba ya presentarme ante Abuelo Trueno para narrarle las extrañas aventuras que aquellos cuatro niños (ahora ya convertidos en aguerridos hijos de Selene), habían vivido durante lo que difícilmente podía llamarse como “Rito de Iniciación”.
¿Volveré a verlos algún día? Eso no puedo saberlo, pero lo que sí se es que en un futuro no muy lejano sin duda los espíritus viajarán por los puentes lunares narrando las grandes gestas de la manada de los Abandonados.
viernes, 29 de febrero de 2008
Rito de Iniciación: Desenlace (parte 2)
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genial crónica. Esta me gusta más ya que nos salieron bastante mejor las cosas ^_^.
ResponderEliminarla verdad es que siempre guardaré muy buen recuerdo de esa sesión.
Gran partida, si señor, emotiva y épica.
Ainssss! Q guay!
ResponderEliminarMuy buena crónica, Marc!
Y mejor campaña!
Sip...realmente genial.
ResponderEliminarY como dijo espiritu del cuervo:
¿Algun dia se contaran nuevas increibles aventuras de los miembros, ya garou, de la manada de los abandonados?
No se sabe...pero el futuro una respuesta trerá.