martes, 26 de febrero de 2008

Rito de iniciación: Desenlace (parte 1)

Tras varias jornadas de arduo viaje a través de la espesa desolación de los bosques de Canadá, Los jóvenes Garou del clan del Prado se encontraban en un estado de ánimo bastante más optimista que en los días anteriores. El clan del Lobo Invernal había oficiado su reconocimiento oficial como manada Garou y, como tal, los lobeznos se asignaron su nombre de manada “Abandonados” así como sus nombres Garou:

  • Hermana – “Justicia Salvaje”
  • Rilley Abbott – “Habla con Verdad”
  • Sha – “Sacrificio de Honor”
  • Dave Armstrong – “Espíritu Inquieto”

Una leve sensación de inquietud recorría mi esencia, pues los jóvenes Garou habían sido apartados de los acontecimientos que debían tener lugar en los helados páramos del norte. Los Wendigo habían sido advertidos, y todo apuntaba a que iban a tomar cartas en el asunto, a pesar de haber enviado a cuatro valientes guerreros de vuelta a sus casas, desestimando así su ayuda.

No obstante, los jóvenes Garou tenían otros motivos de preocupación. Nos dirigíamos a una de las grandes “llagas” de la madre Gaia, un lugar regido por la tejedora donde los espíritus no afines a ella nos encontrábamos con un mundo tan extraño y surrealista como podría parecerle a un humano la Umbra profunda. Por si no fuera poco con esto, Accolon había advertido a los Lobeznos que esta ciudad era una de las mayores bases de operaciones de las sanguijuelas del Sabbat en el norte, por lo que tendrían que tomar toda clase de precauciones e intentar no llamar demasiado la atención. (De haber sabido cómo se desarrollarían los acontecimientos, tal vez me hubiera manifestado ante ellos en ese momento para hacerles cambiar de idea).

Toronto. Capital de la provincia de Ontario con más de dos millones y medio de habitantes. La ciudad más grande de Canadá y el centro financiero del país, un caldo de cultivo donde los cainitas se movían a sus anchas, tejiendo su red de intrigas y traiciones, haciendo emerger y derrocando pequeños imperios monetarios. No sería fácil pasar desapercibidos, pero los jóvenes Garou debían conseguir las identificaciones que los humanos exigen para poder realizar los viajes aéreos en esos monstruos de hierro que surcan los cielos sin cesar.

Lo primero que se plantearon hacer los Garou al llegar al centro de la ciudad, fue buscar alojamiento, comida y nuevas vestiduras. Sin embargo, antes de que pudieran tomar ninguna decisión “Espíritu inquieto” sufrió una repentina convulsión mientras indicaba al resto de la manada un extraño edificio situado en pleno centro de Toronto. Al enfocar mi atención en él, una oleada de terror primigenio me sacudió de repente. Pocas veces había sentido al Wyrm con tal intensidad, ni siquiera en el infecto pozo del norte.

El edificio, una torre de oficinas de muchas plantas de altura, era completamente negra. Muchos humanos en apariencia normales y no manchados por el Wyrm entraban y salían de sus entrañas en su ritual extraño diario, pero los jóvenes Garou entendieron perfectamente lo que estaban viendo. Un sordo gruñido de pura rabia surgió de sus pechos al entender que estaban viendo las oficinas centrales de Pentex en Canadá. El destino final del Narlthus.

Problemas en Toronto.

Poco podían hacer en aquel momento los valientes guerreros, pues las instrucciones que habían recibido eran muy claras: encontrar a la posible Loba Lunática y volver a Nueva York. Por lo tanto, y viendo que no estaban en peligro inmediato, se dedicaron en cuerpo y alma a estos menesteres.

La primera complicación surgió cuando intentaron conseguir alojamiento. Aunque “Espíritu Inquieto” disponía de ilimitados recursos monetarios, era necesaria una identificación para llevar a cabo cualquier tipo de transacción comercial entre los humanos, por lo que tuvieron que agudizar su ingenio y buscar otras alternativas. Decidieron contar con el dinero en efectivo de que disponían, y dirigirse a la zona de la ciudad donde los humanos habían concentrado los habitáculos más económicos, a los cuales denominaban “Pensiones”. Sin embargo, antes de dirigirse hacia allí “Habla con Verdad” ordenó llevar a cabo un primer reconocimiento en la dirección que les habían indicado para su contacto: el tal Julian Brown

Mientras se dirigían a su destino, los Lobeznos no se percataron de que muchos humanos parecían extrañarse ante la presencia del grupo, hecho que me sorprendió, pues todos caminaban sobre los pies de su forma homínida. No obstante, las sutilezas de la sociedad humana debían ser más complejas de lo que un espíritu poco habituado a ellas, como yo, era capaz de discernir. Por el hecho que fuera, los Garou llamaban la atención. Incluso pude observar a un humano cubierto con extraños ropajes que ocultaban por completo sus rasgos, que seguía a los jóvenes Lobeznos por las calles de Toronto. No le di mayor importancia, dando por sentado que sería una actitud normal en un humano preocupado por un grupo de desconocidos en su territorio.

Cuando llegamos a nuestro destino, constatamos que el edificio al que pertenecía la dirección que nos habían proporcionado era uno de esos extraños lugares donde los humanos se reúnen por las noches para celebrar extraños ritos danzando al ritmo de unos sonidos infernales mientras ejecutan sus rituales de apareamiento, buscan visiones de más allá del mundo físico mediante canalizadores mentales que ingieren compulsivamente, y en ocasiones luchan entre sí por motivos no del todo comprensibles.

El edificio estaba cerrado, y oí como “Sacrificio de Honor” mencionaba que tendrían que esperar a la noche para poder acceder. No obstante, “Habla con Verdad” envió a “Justicia salvaje” y a “Espíritu Inquieto” a la Umbra para informar del aspecto que tenía la extraña edificación.

Curiosamente, el edificio tenía un reflejo perfecto en la Umbra, lo que significaba que era mucho más antiguo de lo que aparentaba, o de que grandes acontecimientos habían transcurrido entre sus paredes, dejando una huella espiritual permanente. Los accesos también estaban protegidos por algún tipo de energía de la tejedora que impidió a los dos Garou acceder por la puerta principal, por lo que decidieron dar un rodeo para buscar algún otro acceso. Lo encontraron en la parte trasera, pero cuando “Espíritu Inquieto”, haciendo honor a su nombre, se asomó imprudentemente a su interior, ¡¡ una extraña y antinatural oscuridad cayó sobre él derribándolo y dejándolo inmediatamente inconsciente!!

Rápidamente, “Justicia Salvaje” cogió a su hermano de manada y se alejó del edificio maldito. Desesperada por intentar socorrer a “Espíritu Inquieto”, decidió volver al mundo físico para pedir ayuda al resto de la manada, pero desgraciadamente no tuvo en cuenta que se había desplazado para poner a salvo a su hermano, por lo que surgió de la Umbra al mundo físico en plena calle comercial, rodeada de humanos y a media mañana. Obviamente, las primitivas mentes de los humanos no alcanzaron a entender lo que sus ojos estaban viendo, por lo que sus cerebros respondieron con una reacción primigenia: se aterrorizaron.

Por doquier los asustados humanos gritaban y corrían alejándose de la visión que sus mentes eran incapaces de entender. Yo podría haberles dado una respuesta clara. Los recuerdos sumergidos en el subconsciente colectivo humano, imágenes heredadas de sus más antiguos antepasados, les recordaron a la nefasta época del Impergium, donde ver surgir de la Umbra a un homínido significaba la muerte segura para ellos. Reaccionando a esta impronta mental, los humanos aullaron y corrieron pidiendo ayuda. ¡¡Aquello era una violación de las leyes de la letanía en toda regla!! Los Garou habían roto el Velo, y sin duda habrían consecuencias. No obstante, en ese momento lo prioritario era alejarse de allí, por lo que “Habla con Verdad” y “Sacrificio de Honor” se reunieron con sus hermanos y huyeron del lugar, llevando en brazos a su hermano desmayado.

Los jóvenes Garou consiguieron huir del lugar, pero no tuvieron mucho tiempo de descansar, pues los vigilantes ojos de “Sacrificio de Honor” avistaron a un humano (el mismo que yo había observado anteriormente), apostado al final del callejón donde se encontraban, registrando las imágenes de los jóvenes Garou en uno de esos aparatos de la tejedora capaces de capturar la esencia de un momento en un fragmento de papel. A una orden de su líder, el joven Wendigo cruzó rápidamente la calle dando alcance al extraño humano y destruyendo la máquina de la tejedora. El humano en sí parecía totalmente aterrorizado, y se dejó llevar pacíficamente hasta el grupo de Garous para ser interrogado.

El Humano balbuceaba incoherencias presa del terror más absoluto. Era bastante evidente que conocía perfectamente la naturaleza de los Lobeznos, y creía que su vida terminaría en pocos segundos. No obstante, “Habla con Verdad” consiguió sonsacarle algunas frases inteligibles y lo dejó marchar sin hacerle ningún daño. Al parecer, el humano había sido contratado por los chupasangres para que siguiera a los jóvenes Garou durante el día, momento en que ellos se encontraban en letargo, por lo que éstos fueron conscientes de que, de algún modo, los Cainitas ya sabían de su presencia en la ciudad. Las cosas se estaban complicando.

Pasar desapercibidos.

Poco podían hacer al respecto los jóvenes Garou, por lo que decidieron seguir adelante en su misión. Antes de dirigirse al Zoo de Toronto a localizar a la presunta Loba Lunática, tenían que confundirse de algún modo entre el resto de los humanos, por lo que se dividieron en dos grupos: “Sacrificio de Honor” y “Habla con Verdad” intentarían conseguir alojamiento, mientras que “Espíritu Inquieto” y “Justicia Salvaje” harían lo propio con los ropajes. Decidí seguir a éstos últimos, dado que la joven Lupus se sentía inquieta y totalmente perdida en esa jungla de asfalto, totalmente contraria a su entorno natural.

La búsqueda de ropa por parte de los dos jóvenes Garou se convirtió en una odisea de lo más pintoresca, puesto que “Justicia Salvaje” no entendía absolutamente nada de lo que estaba aconteciendo. Debo decir que pasé un rato realmente entretenido viendo cómo el pobre Theurge de la manada intentaba hacer entender a la Lupus cómo debía comportarse en una de las tiendas de ropa humanas, cómo vestirse y convencer a los humanos encargados de la tienda que su “amiga” no estaba mal de la cabeza. Tras sudar tinta durante un buen rato, finalmente “Espíritu Inquieto” logró salir victorioso del lance y corrieron a reunirse con su manada llevando las ropas que les permitirían confundirse entre la sociedad humana.

Mientras tanto, el Galliard y el Ahroun de la manada habían conseguido un sitio donde quedarse convenciendo al humano que regentaba el lugar mediante el pago de una sustanciosa suma de dinero. Jamás dejaré de sorprenderme ante lo manipulables que son los humanos ante el dinero, abono para la corrupción del Wyrm.

Una vez relajados, limpios y con las nuevas ropas, (“Espíritu inquieto” no había tenido en cuenta la talla de “Sacrificio de Honor” por lo que tuvieron que volver corriendo a por más ropa), decidieron dirigirse por fin hacia el Zoo de Toronto en busca de la loba perdida. No sería una misión fácil, pues el Zoo estaba a aquellas horas de la mañana repleta de humanos con sus familias, vigilantes, y artilugios de la tejedora que mantenían una constante vigilancia sobre el lugar; además, los Garou no tenían acceso a las zonas restringidas del Zoo, por lo que no podían hacer muchas indagaciones acerca de una Loba con comportamiento extraño.

Decidieron entrar en el Zoo como el resto de los humanos, por la entrada principal. Rápidamente, se dirigieron al recinto de los Lobos, pero fue imposible discernir ninguna cosa desde la zona reservada a la observación de los animales por parte de los humanos, por lo que “Habla con Verdad” decidió que tendrían que entrar de alguna forma en el interior del recinto. Aquello no sería muy difícil, dada la naturaleza de los cuatro guerreros, por lo que rápidamente se dirigieron a una zona discreta y “Espíritu Inquieto” guió a sus hermanos a la Umbra.

El paisaje en la Umbra me desconcertó. El zoo era un espacio diseñado por los humanos para “recrear” de alguna forma la naturaleza dentro de los asfixiantes muros de hormigón y asfalto de la gran ciudad, por lo que el resultado, aunque bastante aparente en el mundo físico, no podía engañar a la esencia de la naturaleza que habitaba en la Umbra. Los poquísimos espíritus que aquí habitaban estaban agostados, cansados y asustados del asfixiante entorno que les rodeaba. Un triste y pobre intento de los humanos por emular a Gaia.

Sin embargo, tuve que dejar de lado mis reflexiones, pues ya los cuatro Garou, adquiriendo su forma de Lupus, se habían introducido en el recinto de los Lobos. Una vez en el interior, volvieron al mundo físico y se dispusieron a encontrar a la Loba perdida.

No tuvieron éxito, no obstante. Tras un fugaz encuentro con la manada de Lobos del recinto y de un pulso entre el macho alfa de la manada y el líder de los Garou, dedujeron de las confusas palabras del Lobo que los humanos se habían llevado a la Loba Lunática a algún lugar, pero no pudieron explicar ni en qué momento fue ni qué humanos lo hicieron.

Frustrados, los cuatro Garou decidieron iniciar una segunda línea de investigación. Dedujeron que si la Loba había estado mostrando comportamientos extraños, era muy posible que los humanos responsables del zoo la hubieran trasladado hasta el centro de sanación del recinto, y que allí la encontraran. Por lo tanto, se dedicaron a buscar el edificio que cumplía tales funciones, encontrándolo por fin en un discreto y apartado rincón del zoológico.

Todavía a través de la Umbra, los jóvenes Lobeznos se infiltraron en el edificio, escudriñando el mundo físico para intentar localizar a la Loba, pero su búsqueda fue infructuosa. Finalmente llegaron a una zona que los humanos habían acondicionado para mudar sus ropajes de calle por los de trabajo y decidieron volver en este punto al mundo físico para continuar así la búsqueda. Sin embargo, No pude advertirles a tiempo de que un minúsculo espíritu de la tejedora, una araña de la red, se encontraba apostada en esta habitación, espiando los acontecimientos que en ella se producían y enviando la información a través de la oscura maraña del tejido hasta un punto desconocido por mí.

Por lo visto, los jóvenes Garou, de alguna forma, descubrieron el espíritu en el mundo físico, pues nada más aparecer en él, los cuatro cayeron presas de una gran agitación y “Habla con Verdad”, con un poderoso zarpazo, destruyó al espíritu de la araña, cortando su vínculo con la red. No obstante, deduje de este acto que alguna extraña maquinaria humana había permitido a los humanos del zoológico observar a los cuatro Garou surgiendo de la Umbra, completamente desnudos (sus ropajes los habían dejado en el reino físico), y en una zona donde tenían prohibido el acceso. ¡Otra vez los jóvenes Lobeznos habían roto el Velo! Rápidamente, los Garou volvieron al punto donde habían dejado sus ropajes y emprendieron una frenética huida del zoo con los humanos pisándoles los talones.

La misión de encontrar a la Loba Lunática había fracasado, por el momento.

Entrevista con un... ¿Vampiro?

No había nada que hacer. Los Garou no tenían ninguna forma de conseguir información acerca del paradero de la loba perdida, y en la ciudad de Toronto los Garou no tenían presencia como para poder apoyarles de ninguna forma. Decidieron actuar de forma más sutil, por lo que “Habla con Verdad” forjó un plan: si la persona con la que iban a encontrarse por la noche en la llamada “discoteca” era capaz de conseguirles unos pasaportes falsos, también sería capaz de encontrar información acerca de la loba perdida.

Por lo tanto, los jóvenes Lobeznos descansaron hasta la llegada de la noche, momento en el cual se dirigieron al infausto edificio que tan bien protegido estaba en la Umbra. El grabado de la puerta rezaba el nombre de “Hell’s Gate”, toda una declaración de intenciones para el macabro contenido del lugar.

El humano que guardaba la puerta no puso ningún impedimento a los Garou para entrar, dado que éstos habían tenido la sabiduría suficiente como para vestirse de acuerdo a los atuendos que este tipo de recintos exigía. Sin embargo, “Justicia Salvaje” no pudo soportar el atronador infierno sonoro de los ritmos tribales humanos, por lo que el grupo volvió a dividirse: La joven Lupus y “Sacrificio de Honor” se quedarían fuera mientras que “Habla con Verdad” y “Espíritu Inquieto” entrarían para entrevistarse con el tal Julian Brown Afortunadamente, el líder de la manada había tenido la previsión la noche anterior de utilizar sus dones de Galliard para crear un enlace psíquico con la mente del Wendigo, por lo que estarían permanentemente comunicados.

Tras una conversación con una de las humanas de aquel tugurio, los jóvenes Garou fueron conducidos hasta un piso superior donde se encontraron con dos humanos apostados de guardia y armados con armas automáticas de gran calibre. Los guerreros no eran ningunos estúpidos, y habían tratado suficientemente con estos seres como para ser plenamente conscientes de estar metiéndose en el refugio de unas Sanguijuelas. No obstante, no tenían otra opción.

La parte superior de la discoteca estaba acondicionada como una antigua mansión victoriana, derrochando un lujo excesivo por todos los lados, una característica del carácter que los chupasangres adquieren progresivamente con el devenir de los años. El tal Julian Brown era un tipo desagradable, frío como el hielo y completamente prepotente. Sabía perfectamente quienes eran los personajes que le visitaban esa noche, y su actitud fue de condescendencia total, como si no tuviera absolutamente nada que temer de aquellos cuatro arrogantes “Lupinos”.

“Habla con Verdad” actuó sutilmente, pues no sabía cuan poderoso era ese ser ni, más importante aún, las influencias y contactos que podía manejar. Por lo tanto, llevó a cabo la negociación de una forma elegante y manteniéndose al mismo nivel que aquel repugnante engendro. Sin embargo, el precio que quería imponer el maldito chupasangres era muy elevado:

Exigía que a cambio de la documentación, los cuatro guerreros Garou tendrían que llevar a cabo un trabajo sucio con el que él no quería mancharse las manos: eliminar a un vampiro rival que había estado interponiéndose en sus operaciones durante mucho tiempo. Huelga decir que pactar con una criatura del Wyrm iría en contra de la Letanía, pero eliminar a una sola de estos seres constituiría un ligero respiro para el atormentada alma de Gaia. Bajo estas condiciones, los Garou aceptaron el trato.

La segunda parte de la negociación versó acerca del paradero de la loba desconocida, pero el malnacido no quiso llegar a ese punto hasta confirmar que la primera parte se había cumplido satisfactoriamente.

Aberración y Tristeza

Una vez aceptado el trato, el objetivo de los Garou no se presentaba nada fácil: El Vampiro a eliminar, un tal “André”, vivía en un edificio del noreste de Toronto. Por lo que les habían dicho, todos los intentos de eliminarlo por parte de sus hermanos de raza habían sido infructuosos, y ninguno de los asesinos enviados había regresado. Con la protección de la noche, los jóvenes Garou lograron llegar hasta el edificio, y para evitar llamar más la atención, decidieron entrar por la Umbra. Una vez en el interior, iniciaron una labor de investigación para descubrir el piso exacto en el que se encontraba el refugio del Vampiro, tarea en la cual resultó de mucha ayuda el Theurge del grupo, “Espíritu Inquieto”.

El refugio del vampiro presentaba un aspecto inquietante: era un lúgubre piso iluminado tenuemente por la pobre luz de una bombilla macilenta, cuyas paredes, suelo y techo estaban completamente cubiertos por extraños pictogramas dibujados con tiza, representando un complejo esquema cuyo significado fui incapaz de desentrañar, pero que me provocó una sensación de angustia indescriptible. Sin embargo, lo peor estaba por llegar.

André se encontraba en el centro de una de las habitaciones del piso. El horror que experimentaron los Garou al verlo fue totalmente comprensible, pues el hedor a Wyrm que despedía aquel ser provenía del cuerpo de un niño humano de no más de diez primaveras. Ignorando completamente a los Garou, aquel ser se encontraba tumbado en el suelo, dibujando los extraños símbolos que cubrían cada centímetro de aquel lugar infecto.

La naturaleza humana de “Habla con Verdad” le llevó a tratar a André con delicadeza, lo cual fue una acción extremadamente temeraria, pues a pesar de las apariencias, podía sentir en mi esencia la larga historia, la impronta que el devenir de los siglos había dejado en aquel anciano cuerpo. El vampiro parecía totalmente desconectado de la realidad. Balbuceaba incoherencias acerca de “ellos”, “la penumbra” y la “caza de brujas”.

A través de las enigmáticas frases de aquella aberración de la naturaleza, os Garou comprendieron al fin la trágica verdad. Por lo que dedujeron, André era un niño muy pequeño cuando fue convertido en uno de los condenados, más o menos por la baja edad media, y lo más triste es que jamás en el transcurrir de todos estos años había llegado a comprender qué era lo que le había pasado. Lo único que parecía importarle y en lo que enfocaba su atención era en una persona a la que él llamaba “su hermana”, y parecía que estaba esperando a que ella se reuniera con él.

Sin embargo, la auténtica revelación que surgió de los macilentos labios del Vampiro fue la sutil mención de la Loba Perdida que los Garou estaban buscando. De las enrevesadas palabras del ser, los Lobeznos dedujeron que aquellos malditos chupasangres habían acabado con la vida de la pobre Furia Negra, sin que ni siquiera hubiera tenido la oportunidad de ´llegar a entender qué era ella exactamente ni porqué era diferente de los demás miembros de su manada.

La sensible alma de los dos hijos de Gaia se estremecía de pena y repugnancia ante aquella clara violación de la naturaleza humana, por lo que decidieron que iban a ponerle fin de inmediato. No obstante, debían ser sutiles, porque pese a la evidente enajenación del Vampiro, había sobrevivido todos esos siglos y había tenido que alimentarse, por lo que se suponía que sería perfectamente capaz de defenderse, y sinceramente: dudaba que ninguno de los cuatro Lobeznos fuera rival para él si así lo decidía.

Finalmente, los Garou no tuvieron que llegar a tomar ninguna decisión moral, puesto que el propio Vampiro, viendo tal vez una vía de salida a su penosa situación, (o tal vez obedeciendo a los designios de un plan mayor que no acabo de comprender), utilizó sus poderes vampíricos sobre la mente de “Justicia Salvaje” para obligarla a poner fin a su no-existencia. Con un potente zarpazo, la joven Lupus exterminó a aquella cosa de la faz de Gaia, enviando su alma a donde quiera que se dirigen las almas de los Cainitas cuando son destruidos. El cuerpo del vampiro, tras largos años esquivando a la muerte, era reclamado por la tumba con premura, por lo que su esencia física se descompuso en cenizas en pocos segundos. Un acto piadoso para un alma que nació inocente y tuvo la desgracia de tropezarse con un sombrío mundo que jamás llegó a comprender.

Estalla la Rabia.

Angustiados y rabiosos por lo que habían presenciado, los Garou recibieron la visita de uno de los hombres de Julian Brown que se apresuró a recoger las cenizas mortales de André, ignoro para qué oscuros propósitos. Poco faltó para que “Habla con Verdad” acabara allí mismo con la vida de ese ser infecto, mil veces peor que el propio André, pero logró contenerse.

Los Garou habían cumplido su parte del trato, por lo que faltaba por ver si los chupasangres harían lo propio. Rápidamente, se dirigieron hacia la discoteca de nuevo para entrevistarse con Julian Brown. Al llegar allí, aquel bastardo seguía mostrándose tan arrogante como siempre, pese a la evidente furia que desprendían los cuerpos de los Garou. En aquel momento entendí que ese hombre ni era un vampiro ni era consciente de lo que un Garou enfurecido puede llegar a hacer. Les entregó los pasaportes falsificados a los Lobeznos y tuvo la desfachatez de exigirles información acerca del clan del Lobo Invernal a cambio de información acerca de la Loba Perdida.

Aquello había llegado demasiado lejos. Dejando fluir su rabia, “Habla con Verdad” acorraló con su furia primigenia a aquel engendro, el cual se reveló en ese momento como lo que realmente era: un bufón con ínfulas de poder que perdió todo el valor cuando se vio enfrentado a los colmillos de cuatro Garou enfurecidos. Cometió el error de querer atacarlos con su ridícula arma, por lo que los cuatro guerreros, decidiendo que ya habían sido manipulados suficiente por aquellos seres, acabaron rápidamente con todos los guardias y con el propio Ghoul en una explosión de rabia y sangre que sin duda habría complacido a Abuelo Trueno o incluso al mismísimo Fenris.

Los Garou habían completado sus dos misiones, por lo que había llegado el momento de salir de aquella infecta ciudad. Debido a lo que habían hecho ahora tendrían a todos los vampiros del Sabbat detrás de ellos, por lo que muy sabiamente decidieron salir cuanto antes de allí. El aeropuerto de Toronto quedaba descartado, ya que si los vampiros eran conscientes de su presencia desde primera hora de la mañana, sin duda tendrían su información registrada en todos los vuelos que salieran de Ontario. Por lo tanto, decidieron intentarlo en la vecina ciudad de Markham. Utilizando sus habilidades naturales, consiguieron subirse al último tren que salía de Toronto en dirección a Markham.

La Huída

Los cuatro Garou consiguieron salir de la ciudad de Toronto y llegar a Markham sin muchas complicaciones, debido sobre todo a la rapidez con la que habían actuado, pero no se engañaban: debían conseguir salir del país lo antes posible antes de que todos los vampiros de la zona se les echaran encima como una jauría de perros hambrientos.

Sin embargo, habían subestimado la capacidad de reacción de las malditas sanguijuelas, puesto que aunque consiguieron llegar al aeropuerto de Markham, cuando presentaron sus documentos a la humana que se encargaba de repartir al resto de humanos por los diferentes monstruos volantes de hierro, ésta debió descubrir que estaban siendo perseguidos, pues puso inmediatamente sobre aviso a los guardianes del aeropuerto.

Los jóvenes Lobeznos habrían podido fácilmente dominar la situación, pero ello habría supuesto una completa violación de la letanía al incumplir las leyes de no descorrer el Velo y respetar a los Inferiores (algo que los hijos de Gaia tenían muy presente), por lo que emprendieron una frenética huida por los embaldosados pasillos del aeropuerto, con la mala fortuna de que “Sacrificio de Honor” sufrió una desafortunada caída, sin duda provocada por el cansancio de la jornada, lo que desembocó en el apresamiento de los cuatro jóvenes Garou. (ejem... ver imagen a continuación para entenderlo)

Sin resistirse a la autoridad humana, fueron conducidos a una de las prisiones que los humanos tienen repartidas por todo el globo, pero afortunadamente, sus complejas leyes permitían el derecho a los prisioneros a comunicarse con alguien del exterior para recibir ayuda. Sin dudarlo un momento, tanto “Habla con Verdad” como “Espíritu Inquieto” se pusieron en contacto con sus respectivos mentores, ambos Garou de renombre, para informarles de su situación. Desgraciadamente, sin duda los vampiros también estaban siendo informados en aquel mismo momento de la localización de los Garou, por lo que ahora se enfrentaban a una carrera contra el tiempo.

¿Quien llegaría antes hasta los jóvenes Lobeznos? ¿Sus hermanos Garou o los perseguidores Vampíricos?

La desgracia parecía abatirse sobre los cuatro guerreros de Gaia, pues a las pocas horas de su encierro fueron sacados de sus celdas informándoles que tenían una visita: El visitante resultó ser un enviado de los Vampiros, aunque éste no parecía tener la más mínima intención de llevar a cabo ninguna represalia sobre los Garou. Todo lo contrario, les informó con una repugnante sonrisa que al haber acabado con Julian Brown, les había quitado un peso de encima a sus amos, dado que el ridículo Ghoul llevaba bastante tiempo jugando a tres bandas recibiendo beneficios por varias partes y perjudicando a las otras. Jamás llegaré a entender cómo una raza que es capaz de tejer tramas de tal calibre ha sobrevivido al paso de los milenios.

Despidiéndose de los Garou informándoles de que otras facciones vampíricas sí les buscaban para clamar por sus cabezas, el lacayo se retiró dejando a los jóvenes Lobeznos en la misma situación.

Pasaron las horas. No había señal de ayuda externa ni de sus supuestos agresores.

Rescatados.

Finalmente, al cabo de varias horas, informaron a los Lobeznos que iban a ser trasladados a otro centro. Decididos a jugarse el todo por el todo, los jóvenes Garou empezaron a planear un desesperado plan de huida cuando, ante su sorpresa, los humanos que les estaban transportando les libraron de sus cadenas.

¡¡Eran parentelas del Clan del Prado!! ¡¡Habían conseguido llegar a los Lobeznos antes que los Vampiros!!

Respirando aliviados, “Habla Con Verdad”, “Sacrificio de Honor”, “Espíritu Inquieto” y “Justicia Salvaje”, la manada de los “Abandonados”, permitieron que los parentelas los sacaran del país gracias a las influencias fronterizas y a una avioneta que en pocas horas les dejó en el aeropuerto de Nueva York.

Contra todo pronóstico, y tras seis jornadas de vivir en el infierno, Los Garou habían escapado de las congeladas tierras Canadienses y volvían a casa.


1 comentario:

  1. Peacho de crónica de la sesión con más mala suerte (y con más torpezas) de toda la campaña ^_^'

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