Este fin de semana tuvimos sesión lúdica y probamos un juego recién salido del horno por la editorial Ludonova. En La Villa, cada jugador controla a una familia de un pequeño pueblo en el que hay que prosperar, hacerse un hueco en el ayuntamiento, cultivar tus campos, acceder a puestos influyentes de la iglesia, vender mercancías en el mercado, etc...
Lo primero que me llama la atención del juego es el cuidado aspecto gráfico del tablero, que nos muestra el pueblo en vista isométrica con todos sus edificios representando las diferentes acciones que podemos llevar a cabo. El dibujo es colorista y muy adecuado a la temática del juego. Es de esos diseños que entran por los ojos. Además, incluye iconos que ayudan a recordar las diversas acciones que se pueden hacer durante el turno, evitando de este modo las continuas consultas al manual de reglas. Aparte del tablero central, cada jugador tiene un minitablero personal que representa la granja de nuestra familia, donde podemos tener a todos los miembros de la misma a punto para trabajar en la tarea que les encomendemos.
La Villa nos presenta la clásica mecánica de colocación de trabajadores, pero con una vuelta de tuerca muy original. Empezarás la partida con 4 miembros de tu familia, que podrás ir asignando a diferentes partes del tablero para obtener diversos beneficios. En cualquier momento puedes incrementar la familia, cosa altamente recomendable porque con el paso del tiempo, los miembros mas ancianos irán muriendo. Algunas acciones requieren no solo recursos para llevarse a cabo sino tiempo, y con el paso del tiempo tus familiares van muriendo.
Pero morir no es del todo malo en La Villa, ya que si el miembro de tu familia muerto estaba en un cargo importante del pueblo y es de los primeros en morir, entrará en el libro de honor del municipio. Colocar a varios miembros de tu familia en el libro de Crónicas del pueblo te dará muchos puntos al final de la partida.
Una de las grandes virtudes del juego es el gran abanico de posibilidades que te ofrece a la hora de afrontar la partida. De hecho, necesitarás un buen puñado de turnos antes de empezar a ver clara tu estrategia, porque hay muchas maneras distintas de intentar ganar. Las granjas y los artesanos te permiten obtener recursos, en el ayuntamiento ganarás privilegios muy útiles para coger ventaja, si abandonas el pueblo y te vas de viaje conseguirás puntos de victoria y recursos por cada pueblo nuevo que vayas descubriendo, en el mercado podrás vender materias primas...
Cada edificio nos ofrece una mecánica distinta que le da al juego gran variedad, aunque lo aleja de los jugadores mas casuales, ganando en profundidad y rejugabilidad. Tal vez no sea el juego adecuado para jugar con novatos.
Un ejemplo de edificio es la iglesia, en la que puedes meter a un familiar pagando con tiempo o con un cubito marrón (influencia). Cuando pones un familiar en la iglesia se mete en una bolsa de tela negra en la que hay 4 monjes (fichas negras). Al final de cada turno se celebra una misa, en la que se sacan 4 fichas que entrarán en la jerarquía eclesiástica. Si salen los 4 monjes, o las fichas de otro jugador, no entrarás en la iglesia, aunque puedes pagar una moneda para entrar sin hacer uso del azar. Una vez dentro de la iglesia, puedes ir escalando posiciones si pagas los diezmos de trigo necesarios. Cuanto mas hayas escalado en la jerarquía al final de la partida, mas puntos te llevarás, siempre que no mueras antes.
A todo este entramado de edificios y familiares hay que añadir el factor de los cubos de influencia. En cada edificio hay un número limitado de cubitos de colores, que representan ventajas que puede obtener tu familia. Cada vez que uses un edificio, debes coger un cubito del color que te pueda interesar ya que luego podrás usarlos para obtener ventajas en otros edificios y acciones. Lo malo es que también hay cubitos negros, que representan a la plaga y que adelantan tu marcador de tiempo aproximándote a la defunción de uno de tus familiares más ancianos. Muchas veces necesitarás llevar a cabo una acción, aunque para ello tengas que verte obligado a coger un cubo negro.
La Villa es un juego que te obliga a tomar muchas decisiones durante tu turno, e incluso a cambiar de estrategia en función de lo que hagan los oponentes. Solo hemos jugado una vez, y éramos dos jugadores, así que los momentos de espera entre turnos no fueron excesivos, pero es posible que si lo juegues a 4 puedas sufrir algún caso de Análisis/Parálisis.
No me quiero enrollar mas en detalles ni mecánicas porque solo he jugado una vez y es pronto para hacer un análisis profundo, pero las sensaciones que te deja el juego son muy buenas. Con dos jugadores funciona a la perfección y es un juego con una variedad de mecánicas y estrategias asombrosa.
Desde el diseño gráfico que entra por los ojos hasta la genial y novedosa mecánica de los familiares que se van muriendo, La Villa te mantendrá absorto durante casi 2 horas. La inclusión de los cubos de influencia es otra gran idea, aunque es una mecánica un poco pegada en ese caso concreto pero funciona como la seda.
Por tanto, la primera impresión es que La Villa es un juegazo de esos que merece la pena rejugar una y mil veces, pero con tus amigos jugones. No lo saques con la familia, porque es complejo por la diversidad de acciones que ofrece. Tras unas cuantas sesiones mas, os prometo hacer un análisis en profundidad...
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