miércoles, 30 de enero de 2008

Rito de Iniciación: Cuarta Luna

En busca de ayuda

Se cuenta entre los más ancianos guerreros de Gaia que en la lucha contra el Wyrm tan sólo existe una verdad inmutable: El Apocalipsis ha llegado y de los Garou depende que ello signifique el fin de todo o un nuevo renacer. Todo lo demás es cuestionable; no hay certezas, no hay esperanza pero siguen luchando pues ningún acontecimiento futuro está decidido hasta que llega a su fin.

Como espíritu servidor de Abuelo Trueno muchas veces me he cuestionado esta filosofía, aunque mientras volaba por el helado reino espiritual de los bosques de Canadá en busca de una ayuda que no sabía si podría encontrar, mi mente no cesaba de darle vueltas a esta idea.

Los jóvenes Garou del Clan del Prado estaban en una situación desesperada. Habiendo fracasado el valiente asalto al pzo del Wyrm situado en la mina de Pentex, fueron capturados por los servidores de Lady Azaera, una Graou de los Danzantes de la Espiral Negra cuyo terrible poder estremecía hasta a los más poderosos Incarna. Desesperado, había decidido volar hasta la lejana Nueva York para solicitar ayuda al único que sabía que estaría dispuesto a brindármela: el maestro Accolon.

En esos momentos ignoraba la situación del Clan del Prado, si habrían entrado en guerra con el Clan del Lobo Invernal o si tan siquiera habrían enviado ayuda para los jóvenes Lobeznos perdidos. Contactar con madre Larissa estaba descartado, puesto que su posición política como líder de los Roehuesos de Nueva York le impediría enviar a ninguno de sus representantes a la zona dominada por los Wendigo de Canadá sin provocar un conflicto a mayor escala. Necesitaba a alguien independiente, no vinculado a ningún clan de la zona, por lo que todos los Garou de Nueva York quedaban descartados, excepto el Maestro Accolon (un ContemplaEstrellas afincado en la ciudad de Nueva York pero no perteneciente al Clan del Prado). Si conseguía que madre Larissa le hiciera una petición de ayuda no oficial el clan del Prado no estaría comprometido en ninguna operación de rescate y por lo tanto el Maestro Accolon podría entrar en los territorios Wendigo sin que estos pudieran protestar.

Me dirigí por lo tanto al túmulo del Lobo Invernal para poder utilizar alguna de las trochas espirituales que me llevaran directamente a Nueva York.

Poco tardé en alcanzar mi destino, aunque mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí que el mismísimo maestro Accolon ya se encontraba en el túmulo de los Wendigo. Al parecer, había subestimado la perspicacia de Madre Larissa, pues tras algunas indagaciones averigüé que el Clan del Prado había enviado a varios Garou de la tribu de los Caminantes Silenciosos a las distintas áreas de Canadá que no estaban bajo el protectorado Wendigo para intentar localizar a los Lobeznos perdidos, mientras que el maestro Accolon había llegado “por su cuenta” al túmulo del Lobo Invernal no como mediador en la disputa entre los dos Clanes, sino como agente independiente con el único objetivo de averiguar los motivos de los Wendigo para declarar la guerra a Nueva York. Al menos, eso fue lo que les dijo a los dirigentes Wendigo. Éstos obviamente no eran ningunos estúpidos y entendieron perfectamente la situación, aunque poco podían hacer al respecto. Negarle la entrada a Accolon implicaba unas consecuencias políticas a gran escala que habrían involucrado a muchas tribus de Estados Unidos.

Al poco de llegar al Túmulo recibimos unas sorprendentes noticias que provocaron un estremecimiento en mi esencia: ¡¡¡Los Jóvenes Lobeznos habían escapado del pozo del Wyrm!!! Al parecer uno de los Caminantes Silenciosos había localizado la mina de Pentex y había apostado espías espirituales a su alrededor. Cómo consiguieron estos espías escapar a la detección de los centenares de perdiciones que rodeaban aquel lugar infecto es algo que nadie más que un Caminante Silencioso (maestros de enigmas y de las complejidades de la Umbra), podría entender. Uno de los espías había presenciado la huída de los Garou y viajando por la Umbra profunda contactó rápidamente con Accolon para comunicarle las noticias.

Se me planteaba entonces un dilema bastante grave: ¿donde estarían en ese momento los Lobeznos? ¿Debería salir en su búsqueda o por el contrario debería quedarme en el túmulo del Lobo Invernal a esperar la llegada de más noticias? Tras reflexionar, decidí aguardar en el túmulo.

En el Túmulo del Lobo Invernal

Largas transcurrieron para mi las horas aguardando noticias sobre los jóvenes Garou, a los cuales me unían a estas alturas vínculos mucho más profundos de los que cualquiera de mi estirpe querría admitir. No podía contarles absolutamente nada sobre la mina de Pentex a los Wendigo, dado que se me había prohibido intervenir en esta cuestión, y por algún motivo, aunque el maestro Accolon estaba enterado de la existencia de ese pozo del Wyrm, tampoco se lo comunicó a los Wendigo. ¿Estaría valorando las consecuencias políticas de compartir su conocimiento, o habría algún motivo más espiritual para su silencio? ¡Quien sabe lo que ocurre en la intrincada y mística mente de un erudito ContemplaEstrellas!

No obstante, la espera mereció la pena, pues tras algunas horas, un mensajero espiritual enviado por Bill El Gurahl solicitaba a los dignatarios Wendigo que recibieran de nuevo en su clan a los Lobeznos del Clan del Prado pues estos traían consigo información relevante para todas las tribus Garou a nivel mundial. Ante esta petición tan poco usual, los Wendigo aceptaron recibir a los Lobeznos y así se lo comunicaron al mensajero.

Tan sólo quedaba esperar a la llegada de los jóvenes guerreros de Gaia. Tras una corta espera, seis agotados y desesperados Garou en los cuales casi no pude reconocer a los niños que había conocido en Nueva York tan sólo una semana antes, se presentaron oficialmente en el Túmulo del Lobo Invernal.

Ansioso por conocer los acontecimientos transcurridos desde que me separé de ellos, rápidamente seguí a los Lobeznos hasta el refugio del líder Wendigo, que estaba aguardando las explicaciones de estos.

La huída de los Lobeznos

Poco cabe decir acerca del estado de ánimo de los Wendigo del clan del Lobo Invernal: sus propios Lobeznos habían sido asesinados, supuestamente por miembros del clan del Prado. Estos afirmaban que ellos no eran culpables y enviaban emisarios para llevar a cabo negociaciones; mientras tanto, los propios Lobeznos del clan del Prado que ellos habían expulsados volvían recomendados por alguien a quien los mismos Wendigo profesaban un profundo respeto (aunque pocos de ellos conocían su existencia), con rumores acerca de un pozo del Wyrm en las inmediaciones de su territorio del cual no tenían constancia de su existencia.

Huelga decir que el líder Wendigo estaba más que harto de esta situación y se disponía a coger las riendas sobre todos aquellos asuntos sin más dilación, por lo que estaba dispuesto a escuchar la historia de los jóvenes Garou.

Tras relatarle los acontecimientos que yo ya había presenciado, llegaron al momento de su captura. Al parecer, habían conseguido huir ayudados por uno de los ChupaSangres del grupo de los Gangrel, el cual demostró así una pizca de honor, si es que sus acciones no iban encaminadas en su propio beneficio debido a uno de los retorcidos planes que tan sólo esos engendros son capaces de planear.

Tras conseguir huir de la mina de Pentex (probablemente dejando a Lady Azaera presa de un Frenesí), se dirigieron hacia el único refugio que conocían en esa zona: la casa de Bill. Éste les prestó ayuda y fue el que envió el mensajero al clan del Lobo Invernal para que estos se atuvieran a escuchar a los jóvenes Garou. De este modo, los muchachos pudieron por fin poner sobre aviso a los Wendigo del terrible peligro que corrían.

No obstante, el lider Wendigo no quedó completamente convencido hasta que los Lobeznos le mostraron la información que habían extraído de las entrañas de la urdimbre de la Tejedora en la mina de Pentex, donde por fin quedaba claro que los responsables de la muerte de los Lobeznos Wendigo no eran otros que los Danzantes de la Espiral Negra de Nueva York bajo petición de Lady Azaera. ¡¡¡Habían conseguido limpiar su nombre, el de su clan y poner sobre aviso a todos los Garou de la zona acerca del peligro del pozo del Wyrm de Canadá!!!

Tras una explosión de ira incontrolada, el líder Wendigo salió para reunirse con los miembros de su clan dejando a los Lobeznos al cuidado del maestro Accolon. Éste les informó de su posición como aliado de madre Larissa y les indicó que por lo que respectaba al pozo del Wyrm, la misión de los Lobeznos terminaba en este punto.

Auténticos Garou

Hermana, Dave, Steve, Thai, Sha y Rilley habían pasado por muchas cosas desde que iniciaron su rito de Iniciación. Estuvieron a punto de morir en varias ocasiones y se enfrentaron a horrores que pocos Garou adultos han llegado a vislumbrar. Sin embargo, habían conseguido salir victoriosos de aquella prueba, por lo que había llegado el momento del reconocimiento.

Se iba a celebrar un consejo Wendigo esa misma noche para tratar el tema de la mina de Pentex y decidir las acciones que se emprenderían. A petición del maestro Accolon, en el consejo también se celebraría el reconocimiento oficial de la manada de los Lobeznos, por lo que fueron invitados a participar.

Nunca había presenciado un consejo Wendigo, y me sorprendió la sobriedad que de él se desprendía. Estos Garou eran guerreros prácticos y directos, por lo que no se llevó a cabo ninguna danza ritual ni ningún rito de saludo a Gaia como es preceptivo en otras tribus. Simplemente el consejo consistió en una exposición de los hechos, la presentación de los Lobeznos apoyada por las palabras del Galliard, Philodox y Theurge de la manada, y el aullido de reconocimiento que llevaría a oidos de todos los espíritus de la zona la aprobación de los seis jóvenes Lobeznos como auténticos Garou adultos.

Nunca más me referiría a ellos como “Lobeznos”.

Una nueva misión

Finalizada la intervención de los Garou en el consejo Wendigo, el maestro Accolon les refirió su primera misión como miembros oficiales de la estirpe de Gaia: debían regresar a Nueva York para informar de los acontecimientos sucedidos, parando antes en la ciudad de Toronto para investigar los rumores de una posible Lobezna Lunática perdida en el zoo de la ciudad.

Estaba descartado el viaje por puente Lunar, no sólo porque el Boun del clan del Lobo Invernal seguía en estado de guerra, sino porque para llegar a Nueva York Ratón sólo abriría el portal durante la luna llena, de modo que tendrían que viajar por medios convencionales.

Esto no era tan sencillo, puesto que para poder viajar en avión desde Toronto hasta Nueva York, deberían conseguir documentación oficial (todos ellos la habían dejado en sus hogares, y Hermana ni siquiera sabía qué era eso), por lo que sus siguientes pasos irían encaminados a conseguir los papeles necesarios para poder regresar al estado de Nueva York.

Despidiéndose del túmulo del Lobo Invernal, partimos hacia Toronto.

2 comentarios:

  1. Anónimo15:03

    Muy buena cronica, si señor.
    Un poco larga, pero claro, has explicado cosas de las ultimas sesiones, asi que es normal que esto sea mas largo que un dia sin pan :D

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  2. Muy buena, sip. La verdad es que ya hay ganas de seguir con la partida, a ver como nos las apañamos en plena ciudad.

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