Preparándose para la batalla
Soy un ser inmortal. Un espíritu al servicio de Gaia cuya esencia jamás podrá ser destruida, sólo reformada. Debido a este motivo, a lo largo de los siglos he desarrollado un cierto sentido de la perspectiva acerca de los hechos y razones que mueven el mundo físico. Sin embargo, ni todo el pragmatismo ni la mayor de las indiferencias me habían preparado para la situación de tensión que estaba viviendo en ese momento.
Los jóvenes lobeznos del clan del prado que estaban a mi cargo se encontraban en una situación alarmante: demostrando un valor y una capacidad de sacrificio digna de los más ancianos guerreros de su raza, habían decidido terminar con la corrupción del Wyrm que asolaba los helados páramos del norte de Canadá. Sin embargo, esta era una empresa heroica, casi suicida si hubieran decidido llevarla a cabo por sí mismos. Afortunadamente (o por desgracia), el líder de la tribu Riley Abbot, había tomado la decisión de confiar en el grupo de Vástagos del clan Gangrel que se habían ofrecido a ayudarles en el intento de asaltar la mina de Pentex.
No hubo muchos preparativos para la batalla. Los ánimos del grupo estaban por los suelos, sabían que se enfrentaban a la que podía ser su última batalla, por lo que se prepararon mentalmente para lo que tenía que suceder.
El vampiro Dave envió a un emisario para recoger a los Lobeznos y llevarlos de vuelta a Kroder’s Pass, donde fueron alojados en una de las sencillas casas donde se suponía que tenían su refugio los Vástagos. Allí me sorprendió conocer a dos jóvenes Garou que enviaban desde Nueva York para unirse a la manada:
- Steve, un Ragabash de la tribu de los Roehuesos, cuya innata capacidad para acertar en el blanco con sus veladas críticas quedó de inmediato demostrada al estar a punto de provocar la ira del taciturno Sha. No obstante, ése es el papel que Selene encomienda a los embaucadores, por lo que el resto de la manada aceptó la curiosa forma de ser del Roehuesos.
- Thai, un Ahroun de los Moradores del Cristal. Me llamó muchísimo la atención este joven guerrero, ya que pocas veces me he aventurado en las junglas urbanas de la sociedad humana y no había tenido aún la oportunidad de conocer de cerca a un miembro Ahorun de esta tribu.
Mientras esperaban a que llegara el momento de iniciar el asalto, los jóvenes Garou decidieron emplear su tiempo en intentar recabar más información sobre la mina, de forma que les pudiera ser útil en el futuro ataque. Se separaron en grupos y decidí seguir primero a Rilley y a Sha, que habían llegado a la conclusión de que el Alcalde de la ciudad tenía muchas cosas que explicarles acerca de su relación con Pentex.
Cuando nos acercamos a la alcaldía, una sensación de intranquilidad inundó mi ser. Aquel edificio era lo suficientemente antiguo como para tener reflejo en la Umbra, pero no hallé rastro alguno de ningún residuo espiritual en las cercanías. Aquello me alarmó, pero tampoco percibía ninguna de las ominosas señales que anunciaban la presencia de entes del Wyrm. Rilley y Sha, en el mundo físico, se encontraron con la puerta de la alcaldía abierta, y debido a su naturaleza prudente, prepararon sus armas para lo que pudieran encontrarse en el interior.
Los horrores que les esperaban en el interior de la alcaldía habrían terminado con el aplomo de un ser humano menos decidido que los dos jóvenes Garou. El Alcalde (o lo que quedaba de él), yacía en su despacho completamente desmembrado, víctima claramente de las garras y colmillos de alguna criatura de tremendo poder. Sin perder un segundo, Sha y Rilley empezaron a investigar la escena buscando evidencias que pudieran indicarles qué había ocurrido allí. Lo único que encontraron fue una uña postiza de mujer, muy elaborada. Las cosas empezaban a encajar, y en la mente de todos surgió el nombre de la única mujer de la cual habíamos oído que estuviera relacionada con el Alcalde y con el asunto de Pentex: Lady Azaera.
Preocupado por lo que habíamos visto, volé rápidamente a buscar al resto de Lobeznos, temiendo lo que ellos pudieran encontrarse. A los primeros que localicé fue a Hermana y a Steve, que por algún motivo estaban siguiendo al lacayo de los vástagos hasta otra de las casas del pueblo. Cuando intentaba materializarme en el interior, de pronto sentí una fuerte descarga que agitó por completo mi esencia, como si un poderoso espíritu de la tejedora hubiera vomitado su furia contra mí. Reconocí de inmediato el tipo de fuerza oscura que me impedía acceder al edificio: Magia de la Sangre. Aquellas sanguijuelas debían tener un hechicero Tremere entre los suyos, aunque no pude identificar el tipo de ritual que habían empleado.
Frustrado, sabía que mi poder no podría jamas superar las defensas místicas de la casa, pero no tuve que esperar mucho, ya que Steve y Hermana salieron a los pocos minutos, al parecer indemnes. Me tranquilicé un poco y decidí acompañarlos de vuelta al refugio.
Estaba anocheciendo cuando Dave el Gangrel apareció con su grupo, al parecer dispuesto a ultimar los detalles del asalto. Yo seguía un poco preocupado por aquella endeble alianza, pero los sanguijuelas parecían estar verdaderamente interesados en eliminar para siempre el mal que reinaba en aquella mina, por lo que el plan de asalto consistiría en una clásica distracción llevada a cabo por los Vampiros, mientras que los Lobeznos se infiltrarían aprovechando el caos generado para hacerse con toda la información posible, utilizando para ello los complejos caminos de la tejedora, de los cuales el Roehuesos y el Morador del Cristal eran expertos.
Confieso que todo lo que tiene que ver con los entresijos de la tejedora consigue siempre confundirme, y la moderna tecnología humana me tiene desconcertado, por lo que no entendí del todo los detalles del asalto. No obstante, decidí acompañarlos durante el viaje hasta el peligroso enclave del Wyrm, pues mis instintos me decían que aquella noche se vertería sangre de Garou.
No podía acercarme por el reino espiritual a la mina, pozo de perdiciones y de las hediondas emanaciones del Wyrm, pues habría sido localizado de inmediato, por lo que ideé una estrategia para poder estar junto a los Lobeznos en la batalla. Recordando que Riley Abbott poseía una poderosa flauta de la armonía, desperté al espíritu que en ella habitaba para solicitarle que me permitiera fusionar mi esencia con la suya y así poder viajar con los Garou, pero el tozudo espíritu de tejón se negó a concederme el favor, aduciendo antiguos males que los Señores de las Sombras, mi tribu, habían ocasionado a los hijos de Gaia. No me quedó más remedio, pues que recurrir a la poderosa Gnosis de Dave Armstrong, el Theurge del grupo, disegregando mi esencia y fusionándome con su energía espiritual. Esta no era la mejor forma de viajar, puesto que me encontraba atrapado entre los dos mundos y las visiones que me llegaban del reino físico aparecían distorsionadas y confusas.
A partir de ese momento, sólo puedo rememorar lo ocurrido como un calidoscopio de imágenes que se sucedían sin fin:
- Los jóvenes Garou apostándose en las inmediaciones de la mina, una explosión de luz en el Norte y una sensación de alarma generalizada, gritos de las perdiciones guardianas y sentimientos de odio y sorpresa.
- Un tenue silencio mientras notaba cómo los Garou se deslizaban a través de las construcciones humanas de la mina cuando toda la atención del Wyrm estaba centrada e el norte.
- Confusión. Un grito (¿Es la voz de Sha? No puedo reconocerla). De pronto, la esencia de Dave se convulsiona por el miedo y percibo movimientos frenéticos a mi alrededor. Huelo la potente sangre de los Garou. ¡Los han descubierto!
- Batalla, sangre y dolor. Los Lobeznos se defienden de un ataque. Percibo la esencia de Hermana sobre mí, un borrón y de pronto la joven Fianna se encuentra en el suelo. ¡PLATA! Están disparando plata sobre ellos. ¿Donde están Thai y Steve? No puedo percibirlos.
- Debo huir, salir al mundo físico y ayudarlos. Mi esencia empieza a separarse de la de Dave. Duele. Todavía no me han detectado.
Por fin, conseguí reencarnarme en el reino físico y volé hasta la rama de un árbol cercano para poder observar la situación. Esta era peor de lo que me esperaba, pues los jóvenes Garou estaban siendo cercados por varios Fomori, engendros del Wyrm bien armados y algunos danzantes de la espiral negra. No obstante, Steve no se encontraba con ellos. ¿Tal vez había conseguido huir?
Condujeron a los Lobeznos hasta un almacén donde fueron encerrados. Me disponía a ir tras ellos cuando vi que de uno de los furgones emergía Steve de forma subrepticia. Había estado oculto mientras los demás eran capturados. ¿por qué? ¿Por qué arriesgarse a vivir sin honor a pesar de ser un Ragabash? Decidí seguirlo y averiguar cuales eran sus intenciones, pero por desgracia mientras se dirigía hacia el profundo bosque fue avistado por uno de los guardias, cundiendo la alarma general.
El joven Ragabash corrió bosque adentro y lo seguí a una prudente distancia. Los malditos Danzantes nos pisaban los talones, casi podía oler su fétido aliento justo detrás de mi espalda. De pronto, Steve se detuvo y vi que había sido interceptado por uno de los Vástagos Gangrel, creo que era el llamado Dave. Tras intercambiar unas palabras, Steve le entregó un extraño objeto y vi que hacía frenéticos gestos hacia la mina, claramente intentando convencer a la sanguijuela de algo. En ese momento lo entendí todo:
Steve había decidido abandonar momentáneamente a sus compañeros para entregar la información que habían conseguido robar de la mina a sus aliados temporales, pero eso no significaba que fuera a dar la espalda a su manada. Intentaba convencer al chupasangres de que debían volver y ayudar a sus hermanos, haciendo gala de un exceso de confianza que conmovió mi alma. Obviamente, el joven Ragabash no había tenido muchos tratos con los ancianos embaucadores, pues estos desaparecieron dejándolo a merced de las criaturas del Wyrm. Sucios tramposos traidores... jamás se debe confiar en uno de los hijos de Caín, sea cual sea su clan.
Cuando vi que se llevaban detenido a Steve, tomé una decisión que sabía me costaría cara. Se acabó el papel de observador. Aquellos jóvenes Garou estaban siendo presionados hasta límites insospechados y no habían recibido ninguna ayuda por parte de su gente, por lo que gabía llegado el momento de intervenir en esta historia.
Tenía que localizar a Accolon como fuera.
Buena crónica maese Daigoro, la verdad es que ya hay ganas de continuar con la partida, que el parón navideño me ha hecho entrar un monarro...
ResponderEliminarAdemás, hay que ver que nos depara esa sucia perra de Azaera, y como salgamos de esta, se van a enterar esos putos chupasangres!
jajaja. Cuanta rabia acumulada. eso es, joven Garou. Deja que tu rabia estalle.
ResponderEliminarFelicidades por esta nueva crónica, Daigoro.
ResponderEliminarCreo que cuando este disponible y preparado para reemprender las escenas e imagenes que todavia conservo en mi mente de una manera estroboscopica del lugar, de los hechos, de mis hermanos, de Hermana, de Azarea la Perra, los Gangrels,...
AAAAAAAAAAUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU!!!
...si, éstos dos últimos suplicaran que separe sus endebles cuellos de sus cabecitas con el filo de mis garras antes de reunirse con sus ancestros...
AAAAAAAAAAUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU!!!